sábado, septiembre 16, 2006

Apúntense ésta de Anson


Por cerrar el ciclo Rubianes, por quedar como el aceite y por estar por una vez de acuerdo con él y sin que sirva de precedente, reproduzco íntegro su comentario en El Cultural:
O se está con la libertad de expresión o se está contra la libertad de expresión. Si se está con la libertad de expresión hay que hacerlo con todas sus consecuencias. Es el cimiento sobre el que reposa el entero edificio de la democracia pluralista. Prohibir una obra de Pepe Rubianes por sus declaraciones procaces contra la unidad de España atenta contra la libertad de expresión. Los que no estamos de acuerdo ni con el fondo ni con la forma de lo que ha dicho Rubianes, tenemos medios para replicarle. Aprovechar la intemperancia del escritor para prohibir una obra suya, por temor a perder votos, lesiona la libertad de expresión. Habría que preguntarse, por supuesto, si hay responsabilidad política en los rectores del Español, que es un teatro municipal, pagado con el dinero de todos los ciudadanos madrileños. Eso es otra cuestión. Pero Rubianes dentro de la ley, tiene derecho a decir lo que quiera sobre la unidad de España, sobre la independencia de Cataluña o sobre la sociedad de libre mercado. Tiene también derecho a estrenar lo que le venga en gana. Dentro de la ley, insisto.
Diría casi que impecable. Sólo espero que su insistencia con ese "dentro de la ley" no se refiera al delito que es el ultraje a España. Citoyen en su versión reglamentista cartesiano, nos lo recuerda. Y se muestra a favor diciéndonos que no daña nuestra libertad de expresión: lo dudo. Yo, que soy así de soberbio, hace algún tiempo pontifiqué que ese mecanismo legal es una auténtica basura: por más que lo intentan, aún no se ha conseguido en EE.UU. prohibir la quema de la bandera en la Constitución, pues ya su Tribunal Supremo dijo que entraba en la libertad de expresión: tengo que tener la libertad de poder decir que reniego de mi país y puedo emplear los símbolos que considere oportuno. Lo soez, lo obsceno, lo detestado, y lo socialmente repudiado entran dentro de ello, pues no se trata más que de juicios morales.

Ya en ese post me inclinaba por ultrajar a España por culpa del Sr. Rubianes que, como ven, se ha convertido en parte de mi vida, y les decía esto:
¿Saben qué? Es verdad, ¡puta España!. El gallego opinador ha emitido un comunicado en el que aclara que sus comentarios sobre España se referían a la "España retrógrada, reaccionaria y fascista". Es decir, supongo que se refiere a la España retrógada que censura a un señor en la televisión, o quiere cerrar emisoras porque no le gusta lo que dicen. Ah, pero es que esto en Cataluña no pasa, allí somos civilizados, no se puede insultar en la tele o en la radio: gracias por impedir que la gente conozca la realidad, el hecho evidente de que hay gente que no le gusta España. O una forma de ella. El CAC es más que nunca la puta España retrógada, es magnífico comprobar que nos unen tantas cosas. No voy a ser deontológico ni legal: voy a mandar a la mierda al CAC al grito de puta España.
Pues lo repito.