sábado, septiembre 16, 2006

El déjà vu se consuma


Ekaizer y Pedro José estaban muy serenos ayer por la mañana en Antena 3. Pensábamos que se reproducía el pasado y, efectivamente, vuelve, como cualquier otra maldición humana. El diario progubernamental (Citoyen me dirá que parezco un editorial, ya no de El Mundo, sino del viejo ABC) iniciaba el ciclo de contrainvestigación del trabajo del otro periódico, recibe casuales filtraciones (luego preguntan sobre la intención de las fuentes de los demás) y pasado mañana tendremos otro serial por entregas. Vuelven los viejos tiempos: ya les llaman felipistas. Quizá nunca dejaron de serlo. Me temo que son así.

Lo interesante es que ambos, en su serenidad, admitieron con sutileza lo que realmente tienen: Ekaizer, todo elegancia verbal, nos explica que no sabe ni piensa que El Mundo ha pagado por su información. Sólo querían demostrar la poca relevancia de lo que dice Trashorras, capaz de cambiar testimonios y de recrearlos en función de su conveniencia personal. Ramírez el flamígero, asume que él no toma en serio todo lo que dice Trashorras y que no tiene pruebas de nada, pero que cree que hay elementos que deben ser investigados. Y eso suena juicioso.

La pregunta es por qué entonces se titula por aquéllo menos verosímil y que dicen, implícitamente, no creer. La pregunta es por qué no dicen tan claro en sus periódicos lo que tan bien explicaron en la televisión. Qué bien se entendió el 11-M: no tenemos más que una serie de posibles intentos por alterar pruebas que no confirmarían la versión oficial, pero que eso no quiere decir que sea la versión deseada por el ansia de venganza de Acebes.

En definitiva, lo hemos vivido: importa más proteger al Gobierno y seguir sus maniobras (ay, Rubalcaba, qué casualidad que las cosas se filtren cuando se filtren y tengas que ir al Parlamento: te cambio ruido por ruido) que el periodismo bien entendido. Importa mucho más que la realidad no nos estropee una buena noticia: aunque no se pueda decir con los datos en la mano que hay un golpe de estado, lo dice Trashorras, así que lo publicamos y mantenemos el serial vivo y la tensión viva. De este ciclo maravilloso, estoy seguro que las tiradas, en estos momentos de apuro de los papeles de papel, salen beneficiadas.

El reportero cree que alcanza la gloria con estas informaciones. El director, sabe que sirve a su patrón. Y los patrones, disimulados y con la boca pequeña, no tienen la menor intención de que los hechos sean diáfanos ni en parar guerras mediáticas: en la confusión, las cañas al agua, que la publicidad se nos duerme.