jueves, agosto 25, 2005

No pasaría nada (si España se desintegra)


Xavier Sala i Martí, en El País de hoy:

P. ¿Y España se hunde?

R. ¿Habláis del cambio climático? Tampoco me interesa eso. En la Europa de 1945 había 45 países. Hoy hay 200. Si España se desintegra no pasaría nada. Siempre que lo decidan los individuos votando... El horror sería que pasara con violencia.


Amigos liberales: si de verdad estáis dispuestos a serlo, el planteamiento es irreprochable. El resto de la entrevista es lo más sencillo y mejor explicado que he leído en mucho tiempo sobre lo que es una verdadera posición liberal. Ahí tenéis por qué (aunque no lo diga así) sí es liberal apoyar las bodas homosexuales, por qué lo es luchar contra las subvenciones a la agricultura, por qué las pensiones son un timo...

Pero volviendo a España. Me dirán que Sala i Martí es sospechoso por ser catalán y del Barça. ¿Y?. La clave es que no se puede imponer la convivencia a nadie, ni siquiera a la inversa, que España no es una superioridad moral en sí misma, sólo si la gente quiere que lo sea, nada más. Y eso se resuelve votando. Claro, hay que votar informados y sobre posiciones claras: que el nacionalismo que padecemos sea intoxicador y nauseabundo no quiere decir que haya que votar a la carta de lo que ellos desean, sino de lo que realmente es una posición racional: qué supone la no España en términos de costes y beneficios. Los beneficios y los costes incluyen, claro está, los emocionales. Y si España ha de existir, cuáles son las reglas de juego (el timo del déficit fiscal se solucionaría también con esto).

Vengo hace meses defendiendo la necesidad de clarificar la existencia de la España que conocemos sobre las bases de un referéndum. Me ratifico y creo que los acontecimientos aceleran la necesidad de hacerlo, porque no va a ser posible continuar con el modelo actual de reivindicación constante: gallegos con deuda histórica, andaluces nacionales como si fueran croatas, catalanes a la carta, vascos a medida, madrileños en contra de todo... Y no sale, no existe el maldito consenso, esa parodia de la política y de la libertad que se dice que es la tradición democrática española. Si no hay posibilidad de acuerdo, sólo se puede resolver votando, porque hay que tomar una decisión.

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jueves, agosto 04, 2005

La solución quebequesa


Para todos a quienes he prometido información sobre la solución canadiense al problema quebequés, nada como el enlace que os paso: se trata de una conferencia realizada por un miembro del Gobierno de Canadá (Stéphane Dion) explicando el contenido de la sentencia del tribunal supremo que abre las puertas a la secesión planificada y la Ley de la Claridad, que lo regula. Destacaré algunos párrafos esenciales:

A) Sobre la cuestión de constitucionalidad y la posibilidad de secesión:

Nuestro Tribunal Supremo confirma que para que una secesión sea legal en Canadá, requeriría una modificación de la Constitución canadiense. Esta modificación exigiría la negociación de una «multitud de cuestiones sumamente difíciles y complejas», entre otras, posiblemente, la de las fronteras territoriales.

La obligación de entablar esta negociación sobre la secesión sólo existiría si hubiera un apoyo claro a la secesión, expresado por una mayoría clara y en respuesta a una pregunta formulada con claridad. Solamente la existencia de un apoyo claro por parte de la población dotaría a la reivindicación secesionista de la suficiente legitimidad democrática para justificar la obligación de una negociación sobre la secesión.


B) Sobre las condiciones de secesión:

La ley precisa las circunstancias en las que el gobierno de Canadá podría entablar una negociación sobre la secesión de una de las provincias. Prohíbe al gobierno de Canadá entablar este tipo de negociación, a menos que la Cámara de los Comunes haya comprobado que la pregunta del referéndum aborda claramente la cuestión de la secesión y que una mayoría clara se haya pronunciado a favor de la misma (...)

(...)Así, el gobierno de Canadá sólo aceptaría entablar una negociación sobre la secesión en caso de que la población de una provincia manifestara claramente su voluntad de separarse de Canadá. Esta voluntad clara de secesión tendría que expresarse mediante una mayoría clara que responda afirmativamente a una pregunta que aborde claramente la cuestión de la secesión y no un proyecto vago de asociación política. El hecho de descartar la posibilidad de entablar una negociación sobre la secesión a menos que ésta cuente con el apoyo de una mayoría clara, y no incierta y frágil, pone de manifiesto que la secesión se considera un acto grave y probablemente irreversible, que afecta a las generaciones futuras y que tiene consecuencias muy importantes para todos los ciudadanos del país que, de ese modo, quedaría escindido. La pregunta formulada en el referéndum también debe ser clara, ya que es evidente que sólo una pregunta que aborde verdaderamente la secesión permitiría saber si los ciudadanos la desean realmente.


Disfrutad de la solución. Atentos a la expresión "un proyecto vago de asociación política", que nos suena a algo. A lo mejor es la doble llave a la que se refería Imaz, pero lo dudo. Creo que es un marco de referencia absolutamente democrático para que los hombres libres puedan decidir su futuro sobre bases sólidas y responsables. ¿Aceptaría el PNV? ¿Aceptarían ERCy CiU? ¿Aceptaría el Partido Popular? Por qué me da... que no. (¿o les escucháis, por casualidad, hablar de ello?)

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Carod ¿y? ¿o? la demagogia


Estoy seguro de que la elección que ha hecho el redactor de El País en la entrevista que se le realiza en el día de hoy a Josep Lluis Carod Rovira, el hijo de aragonés, corona de Aragón, no es en absoluto inocente y que esconde unas dosis importantes de corrosiva ironía. Por la boca muere el pez y dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Les transcribo literal: "Lo más demagógico es lo que vende más". Así, sin anestesia.

Pocos párrafos más abajo, el mismo personaje afirma lo siguiente:

"Si en 600 años los españoles no han aprendido a decir Sabadell o Maragall bien pero dicen bien Schwarzenegger... No es que no nos entiendan; están en contra. Por eso soy cada vez más independentista"

No vamos a entrar en la cuestión de si españoles incluye a catalanes (¿vascos? ¿navarros?) en su apreciación, porque servidor cree que se refiere sólo a los castellanos (de lo que se deduciría que si los vascos pronuncian mal Sabadell, también estarían en contra, ¡qué argumentación, señor!). No voy a entrar tampoco en si "los españoles" saben pronunciar correctamente "Schwarzenegger" (los catalanes, ¿también?). Ni en si lo pronuncian correctamente en inglés o en alemán (que parece ser el idioma de origen, no el acento de inglés americano con que lo escuchamos, quien lo escuche, en las teles de satélite). No, no voy a entrar en esas obviedades. Vamos a rebatir el argumento directamente: para quienes no lo conozcan (sepan que están ya, por el mero hecho de ignorarlo, en contra) la "elle" en catalán se pronuncia como una "elle" y no como una "ele". Cuando es "ele" se escribe con un puntito entre medias, así: "l.l". Es decir, "col.legi", colegio, se pronuncia como una "ele" y no como una "elle". Así, Maragall y Sabadell terminan en "elle" y deben pronunciarse con una "elle" final. Este aspecto suele ser difícil para el castellano (¿para el vasco?) porque no lo suele apreciar fonéticamente y porque no tiene costumbre. A mí me enseñaron que para pronunciarlo bien hay que imaginarse que en vez de terminar la palabra en la "elle" hay que pensar que después voy a decir "llave". Un truquito. Quizá Carod Ignora que la pronunciación del sonido "elle" en Castilla (¿en Murcia?) también va desapareciendo trasladándose al de la "y griega".

Pero el argumento obvio es que si después de 600 años los españoles (sic) no saben pronunciar Sabadell, ¿qué podríamos decir de la inteligencia media y rigor intelectual de los catalanes que dicen Madrit y no Madrid? Que no me digan que es una rebeldía por la imposición del idioma, porque pretendo que esto sea una discusión seria.

Sí, es cierto, he escuchado a muchos catalanes quejarse de la inutilidad de los castellanos para aprender bien su idioma. Y referirse a eso como una afrenta, una muestra de la incomodidad y del abuso. Tiene delito. Pero eso se parece a mi padre, que piensa que los catalanes destrozan su idioma, el castellano, cuando dicen "vengo a Madrid" o "habían muchos" o "jugar a cartas". Antes la respuesta a esta increpación era fácil: "no es mi idioma".

Si esto no es demagogia, que baje Prat de la Riba desde los cielos y nos asegure que no lo es. Es que vende mucho más, ya lo decía Goebbels (¿sabré pronunciarlo bien? ¿sabrá Carod?), que una mentira repetida cien mil veces se convierte en verdad.


P.D.: en otro titular que encuentro por ahí, Carod Afirma que "sólo es fiel a Cataluña y pactará "con quien sea". ¿Eso incluye un partido nazi, por ponernos un poco demagógicos? ¿O ETA?


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¿Aznar tenía razón? (De momento, sólo en Cuba)


Hace varios días se podía leer en El País, lo siguiente, al respecto del reciente incremento de la represión en Cuba:

Pero los nuevos arrestos constatan una vez más las serias limitaciones de la política de apaciguamiento con el régimen castrista impulsada por el Gobierno español entre sus socios de la UE

De lo que se deduce, vistos los esfuerzos por recuperar la confianza de USA y la venta de moto sobre la presencia en Afganistán de ese católico militante que se dice socialista que es Bono, que toda la política exterior del Gobernante y su maletero Moratinos es una filfa que ha tratado de reinventar la pólvora. A ver cuando viene el cambio de opinión sobre Chavez, que nos vamos a reir.


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miércoles, agosto 03, 2005

Espejos, democracia y sentimientos


Cuando el Gobierno vasco ha planteado recientemente establecer un calendario para proceder a la transferencia de las competencias pendientes, ha hablado de la debida lealtad institucional. Pero que nadie crea que entre esas instituciones está la Constitución española, ni que la lealtad del gobierno tripartito se extiende a ella.

Joseba Arregui, artículo en El Mundo de hoy




Luis Amézaga me recrimina con cariño el hecho de que pretenda como solución para el desafío del nacionalismo vasco ponerles "un espejo" para terminar con la cuestión. Creo, Luis, que es más que un espejo. Queramos o no, por las causas que sean, la pérdida de legimitidad de la palabra España, de Madrid como centro de operaciones políticas y administrativas, de su bandera y otras tantas cuestiones simbólicas es algo más que notoria. Puede ser un drama, una derrota injusta, pero es una evidencia. Si queremos construir un país de ciudadanos debemos asumir algunos aspectos en los que el nacionalismo tiene razón (y que, como en el artículo de Joseba Arregui, no se quiere aplicar a sí mismo). A saber: a) que ninguna constitución es intocable, b) que no se pueden argumentar unidades territoriales sacrosantas (existe un procedimiento legal para escindir una barriada de un ayuntamiento y crear un nuevo municipio; es laborioso y sujeto a muchos condicionantes sí, pero existe) y c) que la ciudadanía se resume en la norma inequebrantable de un hombre (una mujer) un voto. Punto.

Sólo asumiento estos aspectos se puede recuperar la legitimidad democrática de esto llamado España, esa palabra que cuesta tanto pronunciar, y poniendo, es cierto, un espejo sobre el nacionalismo, asumir la máxima pulcritud democrática sabiendo que ellos no lo van a ser: no van a aceptar nunca un sujeto político que no sea el definido por ellos, nunca van a aceptar que Navarra diga no, nunca van a aceptar que la manera de salir de los presos sean las causas legales únicamente. Pero insisto, vamos más allá del espejo, vamos a perfeccionarnos a nosotros mismos desde el punto de vista ciudadano, la única forma de luchar contra el tribalismo y la imposición totalitaria de "ser vasco" (cambiar las letras de mi apellido aunque sea bien castellano, aprender euskera a la fuerza...) es profundizando al máximo en la esencia democrática de la convivencia. Desde el momento en que España no sea sagrada (en la mente de tantos españoles lo es), la Gran Patria Vasca, tampoco puede serlo. Y si quieren que lo sea, se quedarán desnudos.

Termino con las palabras finales de Joseba Arregui: "la verdadera democratización, sin embargo, resulta de aceptar la limitación del sentimiento de cada uno, por muy colectivo que sea, para que todos tengan sitio en el espacio público que es la democracia desde la renuncia a la pretensión de exclusividad".



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