sábado, julio 02, 2005

Pronunciando la palabra España

No generalizaré, a mí me sucede, y creo que forma parte de nuestro subconsciente colectivo, especialmente de los que tenemos edad para recordar que hubo un momento en la transición en que España dejó de llamarse España para llamarse "este país", el que pronunciar la palabra España me recuerda:

- A Alfredo Landa en calzoncillos
- A los tricornios de la Guardia Civil
- A la una, a la grande, pero no a la libre
- A la una de las dos y a las dos (Españas, se entiende)
- A trenes con cajas de galletas en vez de maletas
- A emigrante desgarrado
- A parroquias y amenazas divinas
- A semanas santas oscuras
- A señoritos
- A analfabetos
- A muerte trágica

Y no me recuerda:

- A Ramón y Cajal
- A Antonio Machado
- A nada que haya ganado la selección española de fútbol (ah, sí, aquéllo de Yashine)
- A la llama del progreso (tan anarquista ella)
- A las patentes industriales (sólo al autogiro)
- A organización ni cadenas de producción
- A colas bien formadas
- A comunidad
- No ser juzgado por mis opiniones ni ideas

Al ver esa tela para unos rojigualda (banderita tú eres), para otros roja y amarilla, pienso:

- En cuarteles que tiran todo por la tapia
- También en la guardia civil
- En corridas de toros
- En estancos
- En Manolo y su bombo

Y no pienso:

- En la libertad con un pecho desnudo
- En respeto
- En recogimiento

A pesar de que:

- Los trenes españoles son excelentes
- Indurain, Fernando Alonso, Pau Gasol (aunque sea catalán), Carlos Sáinz, la selección de waterpolo, la de baloncesto, la de gimnasia rítmica...
- Nadie emigra
- Las autopistas y carreteras son mejores que las gringas (doy fe)
- Zara se estudia en Harvard
- Telefonica vale más que France Telecom
- El BSCH les compra el Abbey a los ingleses (y no al revés)
- Los homosexuales pueden adoptar
- Rodrigo Rato preside el FMI
- Somos el número uno mundial en transplantes
- y casi en energía eólica

La batalla de las imagenes hace irreconciliable a España consigo misma. En Guernica compré una figura de un gudari ikurriña al viento, "muchos emigrantes de Venezuela se la llevan" me dijo una viejita encantadora entre platos con grabados de robles y lauburues. La imagen era emotiva, hasta para mí. Y tardas muchos segundos en volver a la realidad y ser coherente con lo que ves, con lo trágico que resulta ser un soldado, con lo absurdo que es una bandera al viento, con lo irreal que es una ikurriiña.

Con razón es más interesante ser catalán, vasco, gallego o lo que sea. Uno se puede sacudir de encima el traje de faralaes y las fotos de algún miliciano cayendo en la guerra civil.


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