martes, mayo 31, 2005

Francia dijo no, Zapatero está desnudo

¿No era sospechoso el hecho de que un político desconocido que gana un congreso por los pelos caídos de otros, que lo único que ha hecho en su vida es ser político (es decir, que no ha trabajado como una persona normal, ni sabe lo que es sacar adelante un negocio, ni siquiera se le conoce un expediente académico glorioso o un pasado de heroica lucha sindical) pudiera ser primer ministro de un país más o menos puntero como España? ¿No era sospechoso que su asesor económico tuviera que explicarle lo que es el PIB antes de comparecer ante los medios (y cantó, aquello de "en tres tardes...")? ¿No eran definitivas las tonterías sobre la relación con los EE.UU? El no de Francia deja a Zapatero desnudo, ahora ya sabemos que es un incompetente que tuvo un golpe de suerte que se ha terminado: el alineamiento de política exterior basado en el ñoñerío de las buenas intenciones, de las palabras bonitas y los tópicos utópicos, el qué bonito es ser europeo (como si uno no lo fuera si no es socialista o discrepa de la forma de concebir Europa o la relación con el mundo anglosajón), se tropieza ya con la cruda realidad: no se puede renunciar a la defensa de los intereses nacionales para apoyar la agenda política de otros. Y menos si se hace por ideas vacías cuando esas agendas rivales están basadas en intereses reales como la vida misma (que son legítimos) y no en las buenas intenciones del dúo Zapatero/Moratinos (que es evidente que no conocen o no priorizan los verdaderos intereses nacionales). Ahora Zapatero se verá obligado a pelear a cara de perro por los intereses españoles de la forma en que lo hizo Aznar o a caer en el más espantoso de los ridículos. Y eso sin recordar la Alianza de Civilizaciones, ese intento de jugar como estadista internacional en plan Tito y no alineados que sólo produce carcajada. Aznar, con sus errores, jugaba en primera división. Éste, no pasa de la liga de fútbol sala.

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domingo, mayo 29, 2005

Zapatero o la reedición del complejo de inferioridad español

Leer las palabras de Zapatero en el mítin final francés en pro de sí por la constitución europea, recordar ahora los argumentos en favor del sí español ponen en evidencia el papanatismo y el complejo de inferioridad implícito en toda la falsa progresía pseudoizquierdista: mire Zapatero, yo no tengo duda de que soy europeo desde que nací, no me siento inferior, ni perdido en el mundo, ni menos europeo por el hecho de no seguir la supuesta corriente mayoritaria. ¿Por qué eso del eje franco alemán es una verdad absoluta? ¿Por qué no se cuestiona lo de que Europa no avanza sin Francia ni Alemania? ¿No será que Francia y Alemania son los que no progresan y ante su declive demográfico y cultural pretenden controlar las decisiones de todos? ¿No nos damos cuenta ahora de que las sanciones por el déficit elevado se impusieron por si España, entre otros, no sabía controlar sus cuentas públicas y que Francia y Alemania han cambiado el juego para no pagar cuando les ha convenido? ¿No dice ningún diario progresista y europeísta que se cambió Niza para que Francia y Alemania perpetuaran su influencia? Yo prefiero que no me den más fondos estructurales y mantener el voto - el poder - alcanzado en Niza. Prefiero pagar (y exigir) a ser subvencionado y conseguir más votos. Prefiero unirme a Polonia y el Reino Unido para hacer una Europa liberal. Y sigo siendo tan europeo como usted.

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El cofre de Josu Jon

¿Es Josu Jon el verdadero Gerry Adams del nacionalismo vasco? Me dirán que no, que Josu Jon no es ni ha sido nunca sospechoso de llevar una pistola al cinto, pero Gerry Adams presenta en cierta forma el estilete de las renuncias que determinado nacionalismo irlandés ha tenido que realizar desde que el IRA decide que no va a ganar la guerra con las armas. Un debate interesante es determinar si el IRA ha dejado las armas porque piensa que tiene que convivir con gente que no piensa lo mismo o porque piensa que la demografía católica le acabará dando la mayoría y podrá alcanzar sus objetivos de modo más fácil. Es decir, puede que la imposibilidad de efectuar una imposición sobre la mayoría de la población a balazos se sustituya por una nueva imposición vía votos. Por supuesto, existe la posibilidad de que no sea así, a lo mejor se piensa que verdaderamente se debe construir un espacio de no imposición entre una comunidad y otra, se supone que para ser una.

Esta digresión irlandesa pretende disponer de las imagenes comparativas para analizar los planteamientos teóricos del nacionalismo vasco dominante. Si no puedo imponer el Plan Ibarreche, ¿qué puedo hacer? Josu Jon ofrece hoy algunas ideas a priori interesantes, léase lo que dice en El País sobre un nuevo pacto con el estado (ya saben, la obsesión del mito medieval de los fueros pactados): "ese acuerdo tiene que ser una especie de cofre de doble llave, en el que una quede en manos de la sociedad vasca y la otra en las del Estado, de forma que tengamos unos y otros conjuntamente capacidad para abrir el cofre." Ajá. ¿Qué es el cofre? No debe ser otra cosa que la caja de Pandora, es decir, de qué forma me hago independiente y, elucubremos, bajo qué condiciones. La formulación es impecablemente democrática. En este blog se defiende que el sentimiento nacional no se impone, se trata de elección íntima sobre la que el estado no tiene nada que decir. Por tanto, que nuestro sistema constitucional refleje un mecanismo jurídico más o menos imperfecto para tomar decisiones sin violencia (esencia misma del sistema) no es objetable. Lo curioso es lo que viene después, cuando Josu Jon es interrogado sobre si ésta es una solución definitiva. Y no, no lo es. Bajo la inocencia que supone aceptar que no conocemos el futuro ("yo qué sé qué modelo político van a querer mis hijos y mis nietos"), se marcan horizontes temporales, algo muy estratégico: "Lo que quiero es resolver un problema que, como mínimo a lo largo de 15, 20, 25 años, quede estabilizado". La pregunta es la misma que en el caso de la hipótesis irlandesa, ¿quiero el mecanismo para trasladar en el tiempo la imposición?. ¿Quién dice que esperaremos 15 ó 20 años si podemos cambiar de opinión mañana?.

Los nacionalismos españoles (que me perdonen ellos por denominarlos así, aunque excluyo expresamente el "nacionalismo español") tienen una excelente capacidad para generar conceptos y crear la agenda política, seguramente porque la imposibilidad de conseguir el objetivo máximo debido a la realidad demográfica y económica conduce al análisis exhaustivo sobre cómo progresar en la causa. Pero no por ello abandonan el fondo totalitario que sí comparten con el "nacionalismo español". El discurso de Josu Jon es moderno y lógico: ausencia de unilateralidad, garantías para el Estado, involucración con el Estado si se acepta la estructura plurinacional... Pero sospecho que el nacionalismo vasco (tampoco el catalán) no está preparado para renunciar al fondo tribal de su política real en el momento en que el pacto fuera posible: un ejemplito es el veto a los escritores en castellano catalanes en la feria de Francfort. Es decir, que tras estos pactos a la Quebequesa sí se produciría la renuncia definitiva por parte de "lo español" a la concepción "castellana" del Estado y a la uniformidad digámosle jacobina que históricamente defendió el liberalismo constitucionalista desde las Cortes de Cádiz.

La verdadera inquietud es si los nacionalismos periféricos renunciarían a su concepción cultural y racial (aunque no lo admitan) de sus "construcciones nacionales" aceptando que en las garantías de ese pacto se encuentre el respeto y la igualdad de condiciones para los que no quieren ser "sólo vascos" y no quieren que sus hijos sean "sólo vascos", por si dentro de 15, 20 ó 25 años a alguien le da por querer obligar a que sean otra cosa. Ésta, creo yo, es la verdadera respuesta intelectual que se debe elaborar desde un planteamiento no nacionalista de la nación (dicho en términos liberales) española. Un planteamiento que debe pasar por los mínimos exigibles de permanencia en el estado: fiscales, de respeto competencial, de lealtad institucional, de igualdad de oportunidades y derechos entre individuos de un mismo estado y de renuncia a la imposición de un proyecto cultural totalitarizante. Es decir, y por poner un ejemplo significativo, trasladar la asunción de que las lenguas son el uso de hablantes y no "propias" de un territorio, que no crecen como brotan los eucaliptos y las jaras en el campo y que cada ciudadano debe ser libre de poder usar la que quiera, ser atendido por el estado en la que desee y, más allá, no verse obligado por el estado a emplear la que le conviene. Casualmente, lo que le piden los nacionalistas al "estado español" pero que no están dispuestos a efectuar a la inversa. Este es el verdadero cofre que debería abrir Josu Jon.


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sábado, mayo 28, 2005

La cultura catalana al completo


Arcadi Espada:

"Sigue sorprendiendo la estupidez tradicional con que los nacionalistas, y ahora los nacionalistas de izquierdas, han despreciado los réditos enormes que, estrictamente para sus intereses, podía haber tenido la utilización del castellano como una lengua literaria perfectamente propia, santo y seña también de su comunidad. Sorprende que no entiendan que desde el estricto punto de vista del marketing, de la economía, del lugar en el mundo, de sus intereses nacionales, en fin, la presencia en Frankfurt de la cultura catalana al completo, sin amputaciones tragicómicas ni imposibles particiones de las aguas, multiplicaría la potencia de sus ambiciones e, incluso, de sus ensoñaciones"

El resto, igualmente interesante, lo tienes aquí.

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lunes, mayo 23, 2005

Si no sabemos lo que somos

"Ellos saben lo que son y lo que quieren, y nosotros cambiamos mucho, porque muchas veces no sabemos lo que somos ni lo que queremos"
Nicolás Redondo Terreros, en su casa. Entrevistado por El Mundo
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Primera vez que leo en un dirigente político español el diagnóstico correcto sobre el PNV y nosotros. Nosotros, los que no queremos ser nacionalistas de nada. El PNV pretende imponer un modelo de pensamiento a costa de lo que sea y lo disfrazará de democrático en una sociedad fanatizada. Consciente del límite de su apoyo por una matemática electoral estancada desde hace años, tiene que vestir el proyecto totalitario de superioridad moral y práctica: nosotros gestionamos mejor, nosotros vivimos mejor, nosotros solos podemos hacer más. Al mismo tiempo, las proclamas por la capacidad de decisión autónoma sirven para cerrar el círculo estratégico: no es la independencia formal, sino la independencia de facto. Si el marco legal consolida los privilegios fiscales y normativos permitiendo a modo de pase foral el que el Parlamento vasco siga a su criterio la norma estatal o cuándo se instaura la de conveniencia (siempre, por supuesto: se trata de que sea diferente) es posible permanecer en la Unión Europea y en España con todas las ventajas y ninguno de los costes. Esta es una de las ideas básicas de este blog: que sólo forzando al nacionalismo - incluído el español - a efectuar una pregunta clara sobre la continuidad del Estado puede ponerse fin al problema. Sólo si los defensores de España como estado plantean límites claros a la permanencia (es decir, si usted quiere estar dentro de España la seguridad social es de todos, por poner un ejemplo) invirtiendo la tendencia actual de "yo me hago a mi medida lo que quiero" se puede terminar con la borrachera de poder local disfrazada de liberación. Y, si no, Pasqual dixit, el drama está servido. Termino con otra de Redondo en la misma entrevista, no se puede pedir más lucidez de análisis: "El PNV traicionará a Zapatero en cuanto no les sirva. Y cuando éste les tenga que decir que no, que se lo tendrá que decir en algún momento, le llamarán traidor, como hicieron con Felipe y luego con Aznar, y entonces el bueno será Rajoy, o quien les convenga. No creen en España ni en la Constitución y cuando llegue el momento, ellos defenderán su gran Euskal Herria y nosotros defenderemos este país."


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sábado, mayo 21, 2005

Carod, Carod...

Carod o la encarnación del absurdo que vivimos. Ya sabíamos por aquel asuntillo del viaje a Perpiñán que este hijo de aragonés (la nación es un accidente sexual, dijo Albert Boadella) era un irresponsable y un incompetente a quien no se le pueden poner asuntos de estado en las manos. El señor no ha comprendido que cuando se ostentan responsabilidades institucionales en representación de, no de los votantes de uno, sino del conjunto, uno no puede hacer las cosas por su cuenta. Uno no puede exponerse a que una institución haga el ridículo llendo a ver a un grupo terrorista para que luego le deje en evidencia por muy buenas que sean las intenciones: la institución está por encima de las personas y de la persona que la representa en un momento del tiempo. Si hay que hablar con un terrorista, se manda a un enviado sin cargo ni responsabilidad con el don de ser de confianza (si sale mal, él carga con el muerto; si sale bien, la medalla es del jefe, así es la vida, así es el uso del poder).

El numerito de las banderas en Israel viene a ser lo mismo.Si se viaja al extranjero en misión oficial, y por mucho que se defienda que Cataluña debe tener voz propia en el mundo, un dirigente político en misión de estado no puede olvidar cuál es su papel. Y su papel sigue siendo la representación de un territorio que, para bien o para mal, es donde administrativamente Cataluña está enclavado. Es decir, si Cataluña es Estado como Maragall pretende, lo debe ser hasta las últimas consecuencias: la bandera de ese Estado es un bien preciado, un símbolo a respetar y el Estado que se representa algo que debe protegerse y que debe mantener un nivel institucional y de respetabilidad que está por encima de su lucha política. Y, si no, que no vaya.

Las relaciones internacionales son una cosa muy seria como para dejarlas en manos de estos aficionados. De estos torpes soñadores a los que les gusta jugar con las cosas de comer: la estabilidad política de un país, sus instituciones, la estructura jurisdiccional y administrativa, la realidad de la composición cultural de la población... todo es demasiado importante para la convivencia como para que un político se dedique a arruinarla. Si ERC ha aceptado negociar un nuevo estatuto en el que, sea con el encaje que sea, Cataluña permanecerá dentro de un estado y ese Estado se llama España, debe ser capaz de no dejar en evidencia al conjunto de ese Estado, porque él es sólo una parte (muy minoritaria, por cierto) y, al viajar al extranjero, quiera o no, se encuentra en el papel de defender al conjunto. Y es aquí donde llegamos al mismísimo meollo de la cuestión: uno debe asumir las consecuencias de aquello que elige porque nunca se puede tener todo. Por eso hay que obligar a los nacionalistas a elegir: España sí o España no. Sin matices. Si es sí, ya veremos cómo nos organizamos, pero entonces se debe aceptar que un Estado llamado España existe y asumir que se delegan responsabilidades y representaciones, no todo puede ser resposanbilidad del ente autonómico o el estado federado o lo que queramos que sea. Si es no, entonces uno puede rechazar una bandera que no es la suya si eso es lo que siente. Hagamos un referéndum ya: es la única forma de obligar a los irresponsables a estar en su sitio y a terminar con el discurso de la España impuesta y dejar claro lo que debe quedar claro en un sistema de convivencia.

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viernes, mayo 20, 2005

Bono y Vázquez, ¿Qué son?

Hoy aparece por la prensa otra perla maravillosa de esa deliciosa izquierda embustera con la que medio país sueña (y, los sueños, sueños son, eso ya se sabe). Francisco Vázquez, alcalde socialista inexpugnable, está organizando en La Coruña el día de las fuerzas armadas (perdonen que no ponga mayúsculas). Lo maravilloso es que quiere organizar una nueva jura de bandera ¿por dios y por España? de él mismo y supongo que de otros viejos mozalbetes dispuestos por la unidad de la nación española a recordar sus historias de la mili. ¿O de la OJE?. Es todo tan bonito: como ese desternillante intento no sé si consumado de la Generalitat de ahora o de antes de cantar bellas canciones patrióticas catalanas en los patios del colegio. ¿Brazo en alto? ¿Boina roja?. Bono es el complemento fantástico: ese socialista de pro bautizando a su hija (adoptada y emigrante, coño, que él es progresista) nada menos que en la catedral de Toledo Arzobispo mediante; ese tipo estupendo que se da una medalla militar por no hacer nada. Vázquez tampoco votará la ley de matrimonio homosexual. Como pueden ustedes ver, la democracia cristiana está infiltrada en todas partes. ¿Viejas tácticas del Opus Dei? ¿Qué hacen pues proclamando su alma roja y socialista? Es todo una estafa ideológica (y, si no, vean lo bien valorados que salen en las encuestas estos socialistas tan patrióticos). Desengañémonos, España, todas las Españas en realidad, se declaran amablemente de centro izquierda pero no saben bien que son de centro derecha, a ratos de derechas de verdad, pero eso requiere un proceso de autodescubrimiento que es como salir del armario. Y además no es cool. Ni le gusta a los de El País.

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domingo, mayo 15, 2005

El inglés que aprendió catalán

Matthew Tree es un inglés que recaló en Cataluña fa exactament vint anys como en una canción de Serrat cualquiera. Y su mayor interés fue el catalán como lengua hasta el punto de dominarla como la domina. Esa rareza del guiri que parla catalá contribuyó a darle suficiente notoriedad en el mundo literario barcelonés como para terminar incluso presentando su propia sección en el programa de Buenafuente. Ahora publica un libro de su experiencia de todos estos años en la que desgrana su punto de vista sobre los catalanes, su cultura y su futuro. ¿Qué interés tiene para nosotros? La mirada del téorico neutral, la mirada del no contaminado por la raza pues no puede reivindicarla como propia pero que sí toma partido por su visión de la tierra en la come, duerme y sueña. Y así sintetiza a la perfección de qué se trata el debate nacional español: "¿Que es una región? Una región es un lugar que no es su propio centro. Y la inmensa mayoría de los catalanes, por las razones que sean, quieren ser su propio centro: ante ellos mismos, ante los españoles, ante los otros países del mundo". Vale para los vascos. Y mientras los "castellanos" o los "madrileños" no entiendan que la adscripción a la nación es una elección íntima no resolveremos este ya cansino y aburrido debate permanente sobre la estructura del estado. Y eso no implica la renuncia o la cesión ante los nacionalismos, implica dejar de ser nacionalista español para construir otra cosa que se pueda seguir llamando España basada en el voto y la ciudadanía: hay que estar dispuesto políticamente al reférendum, a tomar la decisión sobre si dentro o fuera y a ganarlo con argumentos y con propuestas de vida democrática.

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Rouco: sí, soy un apóstata

Dice el purpurado que vivimos una «apostasía explícita e implícita». Señor Rouco: la mía es explícita. Es más divertido cuando dice que vivimos una «especie de primera globalización del género humano, concebida e intentada como un proyecto de la soberbia humana que pretende ignorar, cuando no oponerse, a Dios». Hombre, Sr. Rouco, lo soberbio es pretender que usted y gente como usted quieran hacernos creer que su cuento de hadas sobre la salvación eterna y lo bueno que es dios sólo puede ser interpretado por gente como usted. Y lo peligroso es que sospecho que el día que les dejen querrán obligarme a que mi conducta íntima y no íntima sea la que ustedes quieran que yo tenga. Fíjese que no le digo pensar como ustedes quieren, que estoy seguro de que lo intentarían, pero tenemos la suerte de que aún no se han inventado suficientes elementos de interpretación de las ondas cerebrales como para que ustedes sepan si sus preceptos, sus vestidos y sus liturgias me dan la risa. Me la dan, pero la llevo por dentro para no ofenderles y no intento para nada obligarle a usted a acostarse con un homosexual si no quiere, ni a hacerlo a la más reconocida manera heterosexual sin matrimonio previo - eclesiástico - si usted tampoco quiere. Gracias por la buena intención, pero no quiera obligarme a ser tan puro.

sábado, mayo 14, 2005

Mariano se queda solo

Y no sólo porque el Parlamento estuviera vacío. Mariano está solo como lo está la derecha española en una batalla perdida por el lenguaje y la servidumbre al pasado tradicionalista y vaticano (ergo, autoritario) del conservadurismo español. Pretender plantar cara a la pseudoizquierda y a la pseudaliberación de los nacionalismos celtibéricos sin un mínimo de reflexión intelectual acerca de las ideas propias, sin aceptar en el propio corazón de los votantes y militantes del PP que España no se impone, que sólo se puede tener España convenciendo y con algo más de argumento que la "constitución pone esto y lo otro", sin aceptar que se puede cambiar, sin aceptar que ser español puede ser una decisión individual y que se puede votar, sin ser capaz de encontrar los argumentos racionales, emocionales e interesantes que hagan de España una idea realmente útil (que lo es) y algo más que una realidad entrañable (que también lo es), la derecha, el PP, será incapaz de crear una mayoría social en la que defender una cosa como España, ni las ideas liberales que debiera defender en este país que, creyéndose de izquierdas es, en realidad, un remedo del falangismo. Lo peor de todo: refleja la extraordinaria pobreza del liderazgo y del debate interno de la derecha española. ¿Y si fuera culpa de la presencia de tanto seguidor a pie juntillas de la iglesia católica y los cuatro o cinco marqueses que se creen con derecho a juzgar a Letizia y al mundo?

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