domingo, mayo 15, 2005

Rouco: sí, soy un apóstata

Dice el purpurado que vivimos una «apostasía explícita e implícita». Señor Rouco: la mía es explícita. Es más divertido cuando dice que vivimos una «especie de primera globalización del género humano, concebida e intentada como un proyecto de la soberbia humana que pretende ignorar, cuando no oponerse, a Dios». Hombre, Sr. Rouco, lo soberbio es pretender que usted y gente como usted quieran hacernos creer que su cuento de hadas sobre la salvación eterna y lo bueno que es dios sólo puede ser interpretado por gente como usted. Y lo peligroso es que sospecho que el día que les dejen querrán obligarme a que mi conducta íntima y no íntima sea la que ustedes quieran que yo tenga. Fíjese que no le digo pensar como ustedes quieren, que estoy seguro de que lo intentarían, pero tenemos la suerte de que aún no se han inventado suficientes elementos de interpretación de las ondas cerebrales como para que ustedes sepan si sus preceptos, sus vestidos y sus liturgias me dan la risa. Me la dan, pero la llevo por dentro para no ofenderles y no intento para nada obligarle a usted a acostarse con un homosexual si no quiere, ni a hacerlo a la más reconocida manera heterosexual sin matrimonio previo - eclesiástico - si usted tampoco quiere. Gracias por la buena intención, pero no quiera obligarme a ser tan puro.