Hoy aparece por la prensa otra perla maravillosa de esa deliciosa izquierda embustera con la que medio país sueña (y, los sueños, sueños son, eso ya se sabe). Francisco Vázquez, alcalde socialista inexpugnable, está organizando en La Coruña el día de las fuerzas armadas (perdonen que no ponga mayúsculas). Lo maravilloso es que quiere organizar una nueva jura de bandera ¿por dios y por España? de él mismo y supongo que de otros viejos mozalbetes dispuestos por la unidad de la nación española a recordar sus historias de la mili. ¿O de la OJE?. Es todo tan bonito: como ese desternillante intento no sé si consumado de la Generalitat de ahora o de antes de cantar bellas canciones patrióticas catalanas en los patios del colegio. ¿Brazo en alto? ¿Boina roja?. Bono es el complemento fantástico: ese socialista de pro bautizando a su hija (adoptada y emigrante, coño, que él es progresista) nada menos que en la catedral de Toledo Arzobispo mediante; ese tipo estupendo que se da una medalla militar por no hacer nada. Vázquez tampoco votará la ley de matrimonio homosexual. Como pueden ustedes ver, la democracia cristiana está infiltrada en todas partes. ¿Viejas tácticas del Opus Dei? ¿Qué hacen pues proclamando su alma roja y socialista? Es todo una estafa ideológica (y, si no, vean lo bien valorados que salen en las encuestas estos socialistas tan patrióticos). Desengañémonos, España, todas las Españas en realidad, se declaran amablemente de centro izquierda pero no saben bien que son de centro derecha, a ratos de derechas de verdad, pero eso requiere un proceso de autodescubrimiento que es como salir del armario. Y además no es cool. Ni le gusta a los de El País.
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