Los propietarios de los diarios de prensa hace tiempo que se acarician los cabellos pensando acerca del futuro de sus medios. En general, todos los medios convencionales se preguntan qué será de ellos. Este osado comentarista que gusta de observar los periódicos, las televisiones y las radios, se hace estas conjeturas, y al releerlas piensa que no parece sensato jugarse su dinero en estos medios. Los que saben, que me digan si atino:
- Las fuentes se manifiestan por sí mismas, pronto no te necesitarán.
- Los datos - las otras fuentes - también están ahí. Y no siempre el periodista sabe consultarlas.
- El espacio limitado que se vuelve ilimitado.
- La mezcla del propio negocio con las informaciones que demandan credibilidad y, por tanto, la crítica eventual.
- Todos los generos tienen cabida en internet
- El periodismo, ¿ya no existe? (o desaparece) Pasa a ser de los individuos, la colectividad y los agregadores. El talento mata al tribulete. El Confidencial es talento, Periodista Digital un agregador.
El ejemplo más claro es la televisión del PSOE. O el hecho de que cualquier Parlamento produzca su propia señal de televisión y muy pronto decidan que esté en la red. Todas las empresas, ministerios e instituciones cuelgan en su web sus "notas de prensa". Es decir, que no necesito acudir ni al resumen de agencia ni a la limitación del constreñido espacio de las columnas de un diario.
Puedo consultar las estadísticas oficiales, los informes y, poco a poco, las bibliotecas inmensas que google y otros van dejando por ahí. La literatura española clásica y libre de derechos de autor está colgada en las páginas del Cervantes.La audiencia sabe mucho más, en conjunto, que cualquier periodista. Suponiendo que el periodista sepa de algo.
Nada más patético que los presentadores de telediarios leyendo sus teleprompters. Interpretan, cuasidramáticamente, lo escrito por otros. Ni ellos saben, en la inmensa mayoría de las veces del tema, ni el que lo ha escrito. ¿Se han fijado que las tres ediciones de cada telediario de cada televisión son, con pocas diferencias, iguales? Sólo cambia el tipo que las cuenta. Nunca olvidaré cómo cuando se estrenó Antes que anochezca los presentadores ponían gestos entrañables, absolutamente concernidos, hablando del poeta cubano, Reynaldo Arenas, muerto de SIDA. Todavía no he encontrado un libro suyo de versos, y creo que tengo todas sus novelas y cuentos. El otro ejemplo son los bloggers que sí saben y pueden interpretar los datos y los acontecimientos, es decir, señores como Wonka o Malaprensa. El resultado es que la credibilidad se va del medio a individuos concretos para cada micronicho de noticias.
Paradójicamente, tienen cada vez más espacio que llenar. De ahí que todos los boletines, todas las ediciones de telediario, repitan lo mismo. Quieren que estemos "puntualmente informados" pero no saben de qué ni qué actualizar: sólo su agenda. Pero el espacio electrónico es infinito, cabe de todo. Y todo el que quiere contar algo, informar de algo lo cuelga. Cada amigo de cada tema, cada microtema, encuentro su(s) sitios. Cada vez que quieres saber de algo, de tu tema, de tu microtema, te vas a un buscador. Y cuantas más personas, más temas, y todos tienen sitio. Vamos, lo de la cola larga.
Planeta Agostini, que es (d)el dueño de Antena 3, no tiene reparos en introducir como informaciones sus lanzamientos o eventos. Todas las colecciones de los periódicos se presentan como noticia en los propios diarios, sin ningún recato a la propaganda: ¿alguien ha visto que les saquen un defecto? En definitiva, el medio es ya, prácticamene, su marca. Los textos, videos y voces que publica son sólo la excusa para atraer un público al que venderle otras cosas que no son la información. Sólo quedan unos gramos de atención.
El blog de Kirai sobre su vida en Japón es tan potente y más rico como el mejor reportaje de El País semanal. La revisión de libros de El Lamento de Portnoy, es más intersante que el sesudo, narcisista y propagandístico mundo de Babelia. O El Cultural, al que le quitaría los adjetivos puestos a Babelia. Sin ser excluyentes unos de otros, los medios convencionales han perdido el monopolio de la notoriedad, de la elección de noticias, del (presunto) rigor.
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