Acabo de menear un artículo de Santiago Navajas en A fuer de liberal que vuelvo a referenciar aquí. Sana lectura:
La naturalización de la ética y la política, en paralelo a la naturalización de la epistemología que propugnó Quine, es problemática porque introduce un circulo vicioso que sus defensores (entre los que me incluyo) asumen como un problema irresoluble con el que tenemos que acostumbrarnos a lidiar. Esta naturalización que viene de la mano de la biología y sus derivadas, por ejemplo la sociobiología, parece imposible que sea aceptada y asimilada por el común de los mortales, que sigue necesitando a priori una respuesta sobrenatural a los problemas del sentido. Esta respuesta sobrenatural es explícita en las distintas religiones y, en las sociedades occidentales oculta en forma de movimientos sociales como Ongs, emergencia del nacionalcatolicismo o el izquierdismo instintivo (¿qué es al fin y al cabo el socialismo sino cristianismo secularizado?).
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