viernes, septiembre 22, 2006

Derribos Arias


Ya saben que el vox populi o la pura convención sobre la vida atribuyen al recién llegado al poder deseos de cambiar el mundo ("el poder no me cambiará") y, al tiempo en el poder, el descubrimiento del valor del poder para comportarse como lo que es, poder. Generalmente indiscriminado.

El Confidencial, que entra en la categoría de los nuevos medios creíbles en un porcentaje razonable de lo que escribe (por supuesto no ajeno a estar contaminado por sus intereses), publica hoy una cosita sobre las potenciales presiones a Caffarel del PSOE. Por supuesto, la culpa es de Pedro José, que vuelve a ser el diablo y no muere ni a besos.

La cosita dice asín:
Entre los socialistas hay dirigentes que no entienden que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, o La Moncloa, no hayan expresado a la directora de RTVE, Carmen Caffarel, la necesidad de vetar la presencia del periodista en ese programa.

(...)

El malestar es especial en el entorno del secretario de Organización, José Blanco, y parte de los parlamentarios del PSOE hacia la propia Caffarel, por no haber tomado la iniciativa de excluir al periodista en la nueva etapa sin esperar a recibir instrucciones del Gobierno, indican las mismas fuentes.

(...)

Diversos sectores socialistas, e incluso del equipo de Moncloa, se cuestiona desde hace tiempo el que RTVE vaya por libre. En cambio, Zapatero insiste a Caffarel que no ceda a las presiones políticas.
Me dirán que por qué me quiero meter con ese santurrón de José Luis, que demuestra a todas luces su talante. Si no es eso: es que no ha cambiado nada. El Partido sabe perfectamente que el presidente del Gobierno puede llamar a Caffarel y que ésta le obedecerá. Y, José Luis, lo sabe y prefiere ser más listo que su partido y no hacerlo. Lo interesante es que Caffarel le hubiera colgado el teléfono al presidente del Gobierno por la mera posibilidad de discutir el asunto. Eso sería un cambio. Pero para eso hay que estar muy seguro de que no le debes el puesto, cosa que diga lo que diga la nueva ley, no cambia.