martes, septiembre 26, 2006

Revolución Popular



Pocas vestiduras rasgadas y pocos titulares sutiles ante lo que pudiera ser verdaderamente trascendente de la celebrada cumbre juvenil de Nuevas Generaciones, ese nombre tan florido que le ha dado el Partido Popular a lo que en otros son Juventudes. Deberían recordar las Juventudes Socialistas que la OJE también era conocida como el Frente de Juventudes. Y que teniendo siempre los máximos dirigentes de estas preciosas organizaciones de adoctrinamiento treinta años, todos deberíamos revisar el concepto de juventud. O, al menos, de juvenil. Yo es que, a diferencia de Citoyen, nunca he sido boyscout: a mí el excursionismo, los ejercicios espirituales, los uniformes y lo "juvenil" como entretenimiento siempre me han desquiciado un tanto.

Las líneas novedosas de la llamada revolución popular son éstas ($):
La apuesta, de cuya eficacia electoral habló de manera expresa el propio Arenas -«el PP sólo gana desde el centro y la cohesión», fue su mensaje- encierra, en todo caso, una confirmación liberal y un alejamiento tácito del humanismo cristiano
Recuerden que del humanismo cristiano también Pepe Bono es un gran fan. Interesa por si se confirma que liberalismo y catolicismo político son fuerzas diferentes a ojos del partido y no se sabe si a ojos de los electores, que tienen todos una relación extraña con los de las casullas. El asunto no es circunstancial, como puede verse:
Y es que la organización juvenil del PP fue ya, con Carmen Fúnez, la primera que en aras de la «vanguardia», se desmarcó de su propio partido al suprimir, cinco años atrás, una mención expresa al humanismo cristiano, como parte del acervo ideológico del partido.
Bueno, se confirma la impresión de que el partido es disciplinado, a pesar de las disensiones internas no hay debate hacia el exterior. Qué miedo tenemos al disenso. Un miedo real, porque la gente desconfía de la gente que debate, más que nada porque se asocia a que discute, que es lo mismo que pegarse. Ya saben lo que decía Machado, que el español embiste. Lo digo porque nadie levantó la voz para evitarle a Mariano el papelón de marchar con la bandera del Vaticano al frente.
En el último congreso, todavía hubo jóvenes democristianos que defendieron sus posiciones ideológicas en la organización. Este fin de semana, sin embargo, estas posiciones ni siquiera han tenido hueco a modo de enmiendas, y según uno de los ponentes de La fuerza de la libertad, los principios liberales se han impuesto en el acervo político juvenil del PP por encima de «otras sensibilidades, más próximas a los principios de igualdad o solidaridad».

Centrismo pues, y un liberalismo cada vez más contundente y rotundo es el que parece imponerse entre los nuevos cachorros del PP. Un liberalismo que, en pasillos, algunos democristianos -haberlos los había, llegados de distintas provincias- consideraban demasiado economicista e influido por FAES, la fundación presidida por José María Aznar.
Me da que los democristianos se confunden, Aznar es buen defensor del humanismo cristiano como demostró en su acción de gobierno (embriones...) y la acusación de economicismo suena de un izquierdismo terrible. ¿Ven como libealismo y democracia cristiana, y si me apuran conservadurismo son otra cosa? El Partido Popular tiene que aprender a manejar que tiene más de una sensibilidad y que, o se le encuentra un cauce adecuado, o hace al partido demasiado parecido a un camello. Que ya saben lo que es respecto de un caballo.

Y los creadores de la revolución popular, calificativo evidentemente recogido del nombre del partido, debieran desconfiar del término popular: República Popular China, Cadena de Ondas Populares... (sí, esa). Socialistas y vaticanistas siempre se han presentado muy populares ellos. No lo duden, el término no fue elegido inocentemente y comprueben como Bono viene a ser lo mismo. Permítanme añadir un último pellizco para darle mordiente: no debe ser casualidad el interés de los nacionalistas de todo pelaje por las excursiones a los santuarios...



P.D.: Democracia cristiana no es lo mismo que extrema derecha. Aunque los haya. Tampoco deben los lectores católicos interpretar esto como un ataque a su fe. Únicamente es que no comparto su traslado a la política de sus representantes oficiales. Pero en ello está la gracia de la democracia.