Entre los recovecos del estado de la presunta nación, lo único que llama la atención de mis ojos es la anunciada subvención para aprender inglés. Tomo la nota de los periódicos, quienes no dedican más de una frase al asunto. Y, sin embargo, es lo único de verdadero calado que he escuchado. Para lo bueno y para lo malo.
Me explico: si los poderes públicos de este país se han propuesto de verdad elevar el capital humano de la nación (de las naciones) para hacerlas competitivas en el mundo que viene y que ya es, vamos por buen camino. Que la población española pudiera ser bilingüe en una o dos generaciones (o trilingüe para los que tienen una lengua autonómica con derecho a especial protección) sería bueno, especialmente si es en inglés, el idioma de los negocios y de la ciencia. Aunque, de ser justos, permitamos que la gente estudie cualquier idioma con tal de que exista una prueba de prestigio del resultado. Así también nos daremos al chino y el portugués, idiomas interesantes para los próximos años.
La cuestión es cómo se hace eso. Leo en una de esas líneas que se habla de "subvenciones". Qué miedo. Lo que haría un socialdemócrta de pro, pueden ser cosas como ésta:
- academias y centros concertados
- concursos públicos para agencias de viajes
- miles de impresos de solicitud
- montones de tiempo de espera para cobrar
- una agencia - otra - para supervisar el asunto
- otra bonita fundación tipo FORCEM para que los sindicatos y patronales saqueen
- Determine el legislador las pruebas internacionales de más prestigio para avalar un nivel de conocimiento de inglés determinado. Las hay, todos saben cuáles son.
- Páguese por el resultado: sólo quienes obtengan un certificado demostrable de esas instituciones pueden cobrar
- Descuéntese en la declaración del IRPF. Los padres, si los chicos son menores. No más burocracia.
- Concierte un acuerdo con los emisores de las titulaciones para el control del procedimiento (informático y cruce con hacienda, nada de agencias)
Ah, y el nivel de idiomas del país mejoraría verdaderamente, su competitividad lo haría de modo determinante. Y la empleabilidad de la gente, también. Un cheque escolar específico, vaya.
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