La alteración de los conceptos forma parte de las estrategias de más éxito de eso que se ha dado en llamar la izquierda abertzale. Están, dice Arnaldo, ya sin neumonía, seguros de que ser «socialistas, revolucionarios y rojos». Ante ello, uno se cuestiona si su cultura general les lleva a considerarse internacionalistas y se pregunta si el nacionalismo no es cosa burguesa. Ah, la liberación de los pueblos oprimidos sí es una cosa muy roja. Debe ser eso.
A falta de que Ramón Jáuregui, Odón, Patxi, Juanjo, incluso Josu Jon (de quienes no lo espero), a falta de quienes sí espero que lo digan, como Nicolás Redondo, Rosa Díez, Gotzone Mora, incluso Mariano, no me parece mal llamar la atención sobre la necesidad de encontrar altavoces públicos que contrarresten la capacidad extraordinaria de los manipuladores para alterar los conceptos. O sea, que si una portada de El País, El Correo o el telediario de Iñaki (aunque no lo vea nadie) lo recogen lo mismo terminanos con esta neolingua. El supuesto ex-miembro (la suposición es lo de ex, claro) de ETA, Sr. Otegi, en su mitin novelesco a mayor gloria del terrorista fallecido Sr. Gorostidi (a todos nos llega la hora, sólo que a unos les ha tocado antes) se fue confortablemente a casa dejando esto en el aire:
«este pueblo va a ganar un escenario democrático y va a decidir su futuro libre y democráticamente».No parece evidente que todo el mundo, especialmente si escribe en un periódico de más allá de los pirineos aprecie lo siguiente:
- Los vascos votan cada cuatro años su parlamento, el parlamento español, sus alcaldes y concejales, el parlamento europeo, han refrendado la Constitución (diga lo que diga Xavier) y con muchas menos dudas - es decir, ninguna - un estatuto de autonomía que especifica su dependencia de la constitución española. Constitución que prevé la posibilidad de que los navarros - lástima que no quieran - voten su incorporación a la Arcadia vasca. Es decir, un escenario democrático.
- El futuro, consecuencia de lo anterior, se decide libre y democráticamente. Usted puede votar a quien quiera y lo que quiera. Salvedades: su partido es ilegal. Claro, ampara, financia y coopera con una organización terrorista de la que, usted, como mínimo, ha sido miembro (uno no cree que eso se pueda dejar, por mucho que lo diga Gerry Adams). Pero se presentan otros que defienden lo mismo que ustedes: izquierda, socialismo e indepedencia. Si no lo he entendido mal, los han llamado traidores. Sólo han dicho que no les gustan los tiros. Salvedades: no se puede votar la secesión. Le reto a que me encuentre jurisprudencia aplicable al caso vasco sobre el derecho a la autodeterminación en cualquier tribunal internacional. Se puede decir entonces que se decide el futuro libre y democráticamente.
Me anticipo a mis adorables críticos habituales: yo no defiendo la autodeterminación a secas. Defiendo que una democracia debe hacerse la pregunta y tener una respuesta cuando una minoría - o más que una minoría - plantea una demanda de secesión pacífica. Que esa es una cuestión muy seria y muy grave que afecta a muchas más personas que a los reclamantes y a las generaciones futuras. Y que de alguna forma debe tener regulación, descartando expresamente la secesión unilateral. De ahí a que no tenerlo no sea un escenario democrático... pues tenemos a Juanjo, Arnaldo y Joseba que nos acusan de fascistas: unos verdaderos demócratas.
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