Ejercicio intelectual para Montilla: que una empresa alemana compre en estricto cumplimiento de la ley una compañía energética española está mal. Para impedirlo, modificamos la ley sobre la marcha, en una curiosa comprensión de la seguridad jurídica. Está mal porque no se puede garantizar que algo tan estratégico como el suministro de energía esté en manos extranjeras. Es decir, en nombre del bien común. Por supuesto, no se dicen los daños que suponen al bien común impedir el libre comercio, pero eso forma parte de la batalla linguística siempre perdida por el liberalismo.
Que el estado boliviano se quede con sus recursos naturales modificando las leyes sobre la marcha atenta a la seguridad jurídica, no se cansa de repetir todo el mundo, y el Gobierno de Montilla y su jefe muestran su preocupación y se dice por doquier que tendrá consecuencias. El estado boliviano lo hace en nombre del bien común.
Debe ser que el bien común de los españoles es más digno que el de los bolivianos en franca contradicción con el internacionalismo obrero y la liberación de los pueblos indígenas. Quiero que Montilla me dé razones, pero pediría que si escucha nuestras carcajadas se dé cuenta de que no nos vamos a tragar una perorata de político y que vamos a usar la razón.
Claro, la guerra de Irak era ilegal y por eso no se podía hacer. Pero se puede alterar la seguridad jurídica si me conviene a mí. Y era por el petróleo no por el bien de los iraquíes, por eso no se podía hacer. Por el petróleo boliviano sí puedo indignarme. ¿Zapatero no manda los aviones porque no tenemos, porque no se le ha ocurrido o por sus firmes convicciones por la paz y el diálogo? Fíjense que resulta un tanto demagógico el argumento este de los aviones, pero no lo es menos que todas las cosas que dice Pepito Montilla en favor de su OPA, que suya es.
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