domingo, mayo 21, 2006

Me encuentro un cierto parecido con Pedro José


Porque, salvo matizaciones propias de eso tan sutil que es lenguaje, yo casi hubiera podido escribir esto mismo (evidentemente, la estrella periodística es él, lejos de mi proponerles que referenden mi superioridad como columnista, no vaya a ser que sea verdad):
¿Y después de la reconciliación qué? Lo que quieran y pidan los ciudadanos, de acuerdo con las normas legales de las que se vayan dotando. Aunque algunos colegas empecinados en demostrar que no me quieren bien hayan evocado antiguas manifestaciones mías como contradictorias con mis opiniones actuales, yo sigo sin tenerle miedo alguno a la autodeterminación. Ni a pronunciar la palabra, ni a clarificar el concepto. Lo que siempre he dicho y repito es que el primer titular del derecho a la autodeterminación es el ser humano. Que son todos y cada uno de los ciudadanos vascos los que, al igual que todos y cada uno de los restantes ciudadanos españoles, tienen derecho por separado a autodeterminar que quieren seguir vivos, a autodeterminar su libertad de movimientos y de plena disposición de los bienes legítimamente adquiridos y a autodeterminar la expresión de las propias ideas sin riesgo alguno.

Si algún día la suma de todas esas autodeterminaciones individuales desemboca en una rotunda demanda de un cambio del tipo de relación de la Comunidad Autónoma Vasca con el resto de España, incluso de una ruptura de toda relación, pues llegará el momento de pactar la forma y el cauce para ello. Ni deseo ni creo que suceda nunca, pero el día en que la reconciliación sea una realidad consolidada no debe haber ningún inconveniente para que esa puerta quede democráticamente abierta por el único titular de la soberanía, que es la Nación en su conjunto. Quiero subrayar con ello que, mucho más que el destino al que lleguemos, lo que de verdad me importa es que sobre las agendas políticas se imponga una hoja de ruta ética. Y si al presidente no le sale eso del corazón, que relea a Shakespeare y recuerde cómo acabó Coriolano.
Me mojaré en eso de los matices: los que me siguen ya sabrán que no me gusta lo de autodeterminación, pero sí que soy favorable al derecho de secesión regulado. Algo que no es, desde luego, la posibilidad de la proclamación unilateral de independencia que es lo que quieren decir los que piden la autodeterminación cuando la piden. En cierta forma, Pedro José viene a decir esto mismo de forma muy nebulosa.

Pedro José, para quienes no hayan leído al extinto Juan Tomás de Salas ni escuchado a Corcuera indignado en las radios, es el nombre de pila y no literario - legendario - del director de El Mundo, el señor de la jota.