miércoles, mayo 03, 2006

En busca de la reconciliación con España



España es un concepto que pesa como una losa. La tradición del problema de España es algo cansino y sobre lo que Javier Tusell, ya no entre nosotros, se encargaba de recordarnos una y otra vez que no existía la excepcionalidad histórica española. Nuestro sentido de la tragedia y nuestra extraña sociedad tan poco democrática a nivel antropológico es comparada con Rusia. Nada raro en nosotros, pues, igual de raros que los demás.

Pero es igual, sea cual sea la naturaleza de la discusión de lo español (constante, cansina, pertinaz), y en español incluyo a todos los nacionalismos de las tribus locales porque no es más que otra vertiente de lo mismo, nuestras imagénes siempre están contaminadas por el peso de lo cañí, el atraso, lo imperial y lo demoledor: siempre será más sentido lo de Gil de Biedma, de todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España porque termina mal:
¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?
Pues vivimos un tiempo en que a pesar de Zapateros, Ibarreches, conquistadores de Navarra y atentados islámicos en el que España es, paradójicamante, más que nunca todo lo contrario y, sin embargo, menos aprecio tiene como proyecto colectivo. Detesto estas expresiones, pero ustedes me entienden. Esta dualidad es la que ha recogido muy bien el Sr. Varsavsky, que gusta declararse español e hispano argentino porque española es su nacionalidad y argentino su nacimiento, lo cuenta y lo valora mucho mejor que nosotros, mucho mejor que Mariano que podría aprender a vender como Varsavsky. Léanselo:
El ingreso medio español actualmente es de 20.000 dólares anuales. El español promedio pertenece a un grupo que está entre el 5% más rico de la población mundial. Sin embargo pocos en España se sienten ricos ni privilegiados
Un servidor de ustedes hace tiempo que presiente esta dualidad. Así que, en vista que los venidos de fuera son capaces de separar el grano de la paja, que no se diga que no hay quien no lo vea con un padre de Chamberí:
Me cuentan como se sienten después y si tenemos que inventar algo para cerrar la angustia existencial. Por cierto, lo de reconciliarse con España se lo he tomado, sin que sirva de precedente, a Felipe González, que ya va siendo mayorcito y dentro de nada será inofensivo, sólo viejo, sin complejos y, por tanto, casi sabio.