Antes, te decían todas esas cosas que te suelen decir cuando aplicas la razón a un problema económico. En especial, te decían esa pavada de que entonces los ricos (o hasta "sólo los") podrían consumir agua y que los pobres (¡oh, los pobres!) no podrían. Ayer, una ministra socialista pidió (parece ser que no puede por sí misma, otro alivio) que se incoporen estructuras tarifarias en función del consumo. O sea, en función de la escasez, que es lo que hace un precio.
(Es más barato que nuevas obras hidráulicas para seguir derrochando agua por el coste de su traslado y no por su escasez, su verdadero precio, es más barato que subvencionar las zonas catastróficas que se quedan sin agua. Por cierto, ¿se han preguntado por qué el contador de agua de su casa nunca está a la vista? Sin percepción de lo que se consume, difícilmente se consume menos)
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