lunes, octubre 09, 2006

El átomo que retorna



En los años en que había que leer de ecología política (¿se acuerdan de las mujeres de Greenham Common?, ¿de la fallecida Petra kelly?, ¿de Lo Pequeño es Hermoso?) recuerdo que una de esas lecturas me dejó un poso que siempre me ha acompañado. Ya no recuerdo dónde fue. O creo que sí, pero dudo, así que no se lo citaré para evitarme la relectura erudita. Esa lectura decía que lo más difícil de reflexionar sobre el armamento nuclear, el tomar una posición política sobre él, era pensar que el holocausto no era posible. Que la dimensión abrumadora y terrorífica de ver el mundo convertido en una república de insectos y de hierba no podía ser. Lo malo, es que es.

¿Ustedes se fían de Rusia? ¿De Putin? Yo, no demasiado. Ni siquiera me fío de Bush. Este último tiene más controles para tirar una bomba, por lo que como en Dr. Strangelove, se tienen que dar muchas circunstancias para que la bomba caiga. A los rusos, por tradición, algo les debe quedar. Pero no me fío nada, nada, del coreano, del iraní, del pakistaní y del hindú. Seguro que Bin Laden anda buscando una.

Pensar en los átomos... de nuevo.