viernes, octubre 20, 2006

Según Tardà...


...es el Sr. Múgica Herzog quien siembra el odio y la discordia. Los señores de Esquerra Republicana han conseguido revolverme el estómago definitivamente, y es que el límite de los descensos morales ha terminado por alcanzar el suelo. Odio y discordia la siembran, seguramente, bastante más los asesinos de su hermano, una familia que tenía en su jardín una banderita de Israel y una ikurriña.

Pero sobre todo, el odio y la discordia la siembran mucho más los que van a pegar a los militantes del PP al grito de fascistas. Cuesta mucho aceptar que en nombre de la inmaculada condición de izquierdista y la más noble aún de catalanista haya gente que pegue y rompa vidrios, así que no es odio lo que llevan en las almas, son simples víctimas de la provocación insoportable de que hay señores que se salen del cuento y dicen que su identidad no es la que está bien vista.

El odio y la discordia deben ser también cosa de los que van a gritarle a Elvira Lindo porque no sabe catalán. O los que en su condición de garantes de la construcción de la patria cogen el teléfono para denunciar la violación de sus derechos linguísticos porque en la tienda de coloniales de la esquina no se va a roturar en catalán. La stasi no fue tan lista de crear un sistema de delación que fuera público y notorio.

Mucho odio y mucha discordia debe anidar en el corazón de Artur, que niega la posibilidad de que le enseñanza en castellano pueda ser un derecho en Cataluña (oigan, a pesar de que es una lengua oficial y aunque se haya decidido que tenga que ser vehicular la otra lengua) a gentes que en número importante llevan escuchando desde niños como sus madres les acunan en castellano. Resulta desconcertante que los que escuchan esto no piensen que hay odio y discordia del señor que dice que hay que reconstruir el país. El país que no existe, claro.

Pero, por encima de todos, odio y discordia siembra el señor Carod, que no tiene inconveniente en vestirse de agente secreto ostentando un cargo público y visitar a unos asesinos con capucha con la pretensión de ser más listo que nadie y pactar algo que no tiene condiciones de pactar.

Del baúl de mis recuerdos rescato esta anécdota de Carod para que veamos de lo que son capaces. Léansela si les ha quedado regusto de síndrome de Estocolmo y se sienten culpables de generar odio y discordia.


P.D.: Y le comparan con Milosevic. Uno se pregunta si la limpieza étnica no se parece más al negro que hable euskera o al carné por puntos de buen catalán para inmigrantes. Yo voy a pedir uno, primero para que me conviertan en "integrado" y, segundo, porque eso huele a subvención.