martes, octubre 24, 2006

El fascinante mundo de los sueños socialistas


El fétido olor del exquisito cadaver de las treinta y cinco horas semanales francesas ya se respira:
«No sabemos a qué espera el Gobierno para retirar el texto de esa ley. Ha llegado la hora de afrontar por derecho un problema de efectos catastróficos. Los socialistas la aprobaron como una conquista. Siete años después, sólo puede decirse que ha sido un desastre»
Hasta la nueva heroína socialista de todas las latitudes, Mmme. Royal, está a favor de terminar con el absurdo.

Pero ahora entrará la mecánica modernizadora de los socialistas de allí y de aquí. Se les dijo. Se les argumentó. Se sabía que no iba a funcionar. Pero se hizo. Algún sindicato de aquí, de esos que viven con el dinero que no recaudan de sus afiliados, sino de las prebendas y los chollos de la negociación sindical, se apresuró a adoptarlo como criterio para sus propias sedes. Los viernes a las dos menos cinco ya no te cogían el teléfono, sus afiliados no merecen esa atención.

Digo lo de la máquina modernizadora porque ahora nos querrán decir todo lo listos que son diciendo que el empleo funciona de otra manera. Ya. Confirmada la teoría: cada vez que la izquierda se reforma, se actualiza y vende un nuevo sueño, adopta un criterio liberal. Y, después, lo aplica a su antojo y cuando le conviene.

Lo más interesante es que dentro de siete años tendremos que rectificar, si las llegan a aprobar, la sarta de paridas que Caldera prepara en contra de todos nosotros. Y de nuevo dirán que los modernos son ellos.