miércoles, octubre 11, 2006

Guantes, pelotas y otras consecuencias del reto


No crean que me he olvidado: ese extraño reto tomado prácticamente a partes iguales con entusiasmo o con desgana, aburrimiento y desprecio continúa. Y han aparecido una serie de contribuciones que les invito a analizar:
  • El Tribunal de Areópaga, la casa de Berta García Faet:
    Si aceptamos la premisa de que la eficiencia y la justicia son lo fundamental, estas concesiones han sido siempre una demencia y una barbaridad técnica y humana justificada con las más chistosas mentiras.
  • El hombre de estado que no es Juan Ramón Rallo, también deja secuela:
    De nuevo, las palabras de Bastiat resuenan con preocupante actualidad: El Estado es la gran ficción por la que todo el mundo desea vivir a costa de los demás.

    Si a esto le añadimos un tufillo social(ista) -como las concesiones franquistas a viudas y huérfanos- la legitimación del monopolio logra un fuerte respaldo popular.

    Así mismo, la constitución de estos centros de poder ha favorecido la creación de auténticos lobbys (el más importante de los cuales es, sin duda, el de los farmacéuticos) que presionan para que el monopolio no termine. Se ha creado un nuevo foco de poder dentro del Estado que trata de legitimar sus privilegios a través de la propaganda y la influencia política.

  • Citoyen, heterodoxo de izquierda, partidario de suprimir la PAC, debate que sí le interesa y que me pide que sea el sucesor de este otro, sin ninguna importancia:
    Los individuos deberían tener o dejar de tener en función de sus méritos, espíritu de servicio, virtudes, elecciones personales y sobre todo, deberían tener garantizada una « fair way in life ». No veo forma de encajar el caracter hereditario de las concesiones en esta perspectiva, así que estoy en contra. Como también estoy en contra la herencia de las grandes fortunas, y de que los padres puedan educar a sus hijos y elegir su formación.
  • En el mundo de las reflexiones iracundas de Isidoro Lamas, las conclusiones son radicales:
    Los parásitos deben someterse a la competencia de los demás y dar servicio al consumidor. La supresión de las concesiones ha de ser, en ese sentido, radical. Las componendas con el privilegiado caído, el que creía poder reírse del consumidor, son tan odiosas como las habidas con un confeso criminal por ser "bueno" en la cárcel
    .
El causante indirecto de todo esto, el Señor Cesar Netoratón, dice que coge el guante: lo espero. Además, le debo al señor Rafael Guillén, quien cree que no se reflejó adecuadamente su postura en mi última revisión. Léanla en sus propias palabras.

Les participaré, como cierre, tres primeras conclusiones. Me dicen si sirven para algo:
  • Primera: no es extraño, y me lo dice con sorna Citoyen, que haya un acuerdo más o menos unánime: no tiene sentido el sistema de concesiones hereditario. No es éste un sistema admisible. Las páginas liberales dedican argumentos largos y sostenidos a hacerlo, pero nadie entiende que esto exista.

  • Segunda: tiene escasa trascendencia abordar el asunto. Pocas personas, poco impacto en la eficiencia real... aunque se reconoce mayoritariamente que sí tiene impacto más o menos relativo en cuestiones como eficiencia, igualdad y libertad, no existe urgencia. ¿Si se lo sumáramos a quioscos de prensa, Correos, como nos dice Rallo, taxis, que sugiere Carmen, la libertad de horarios comerciales y la regulación de las licencias de apertura de los comercios, todo ello como producto de un conjunto de restricciones a la libertad, tendría sentido? Probablemente, para los lectores y contribuyentes de izquierda es mezclar churras con merinas, pero no para los liberales, donde seguramente consideramos que todo ese conjunto está estrechamente unido. Ya me dirán si merece la pena o no que se convierta en agenda social o, al menos, de los partidos proclives a ella.

  • Tercera: y quizá lo más grave y lo más serio. No cabe esperar nada de los partidos. ¿Para qué los tenemos entonces? ¿En qué debe consistir la nueva política si, como bien explica Isidoro Lamas no sirve la representación? Déjenme que les hable desde un proclamado liberal (¿libertario? ¿radical?). Esta situación, sumado a los precisos análisis de los comentaristas que participan, más la propia segunda conclusión que les participo, confirmarían la práctica imposibilidad de existencia de un partido liberal como tal. Y puede que ni siquiera una sección verdaderamente liberal en otros partidos.
Espero que Don César tenga a bien rematar su faena. Yo le propongo: ¿se atreve, le parece, que llevemos todos estos enlaces y conclusiones a los blogs de los políticos en activo a ver qué nos dicen? Esa era la fase dos que quería proponerles a todos. Como experimento.


P.D.: Para recién llegados. Las otros comentarios están en Because the other day, Cocaína intelectual, y en el Observatorio de Ciberpolítica.