Con una magnífica puesta en escena, el telediario de una cadena bien establecida nos contaba las maravillas del estreno de la agenda propia de la Princesa de Asturias y seguramente de toda España: se dedicará a la juventud y la infancia.
Es muy propio de la Princesa madre y de la Princesa embarazada. Estar con los niños. Los niños estaban decepcionados pero muy contentos de ver una princesa de verdad. Ellos la querían con largos vestidos, coronas y brillo. La monarquía, es lo que tiene, sin parafernalia no es nada. No puede ser que los reyes, los príncipes y las princesas sean tan humildes como sus súbditos porque entonces no hay cuento.
Y yo me pregunto: ¿dónde estaba la vicepresidenta del Gobierno? ¿Dónde está el Instituto de la Mujer? ¿Dónde están Zerolo y sus movimientos sociales? ¿Dónde está todo el progresismo militante? ¿No están tan empeñados en la igualdad de derechos de sucesión, es decir, de la igualdad? A lo mejor es que lo que tienen que plantearse es la supresión de la Monarquía, pero no se atreven. Lo que yo me digo es cómo no protestan al ver a la pinsesa centrada en tareas propias de su sexo. ¿Por qué no piden que su agenda se centre en la igualdad de hombres y mujeres? Y nosotros, hala, a llenar consejos de administración de mujeres: me voy a hacer una operación de cambio de sexo para sumar méritos.
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