martes, julio 25, 2006

Cuidado con los cristales rotos


Escribe Hermman Tertsch:
...mientras Ahmadineyad escribe una carta a Merkel para ofrecerle un buen holocausto conjunto, en Madrid, el secretario de organización del PSOE llama asesino al Estado de Israel. No está mal para crear ambiente. Nadie se extrañe después de que en las nuevas manifestaciones que Blanco ya anuncia se tache de asesinos a "nazis, yanquis y judíos" y se pida a gritos como el pasado viernes que arda la Embajada "judía". Y de paso quizás la sinagoga. Cuidado con los cristales rotos.
Cuidado, pues. ¿Estamos al borde de un antisemitismo visceral, crónico? O mejor (peor, me parecería), facilón. La carta a Merkel es algo como lo que sigue:
La canciller alemana Angela Merkel no va a contestar a una carta que ha recibido del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad. La cancillería ha hecho saber que, una vez traducida y valorada, concluye que el esfuerzo epistolar de 10 folios no merece respuesta más allá de la expresión de repugnancia y rechazo. Tan detestable es el contenido que Berlín no lo hará público. Sí se ha hecho saber, sin embargo, que es absolutamente obscena por estar llena de acusaciones e insinuaciones antijudías y antiisraelíes y llega hasta el extremo de pedir la cooperación entre los iraníes y los alemanes para lograr juntos la liquidación de Israel y del judaísmo al que acusa de todos los males mundiales. Es alarmante, y especialmente para un líder político alemán, recibir desde Teherán la carta de un jefe de Estado electo, que propone una alianza muy poco civilizada para aniquilar al Estado de Israel al que tacha de enemigo de la humanidad. Pero al fin y al cabo se explica por el hecho de que Ahmadineyad, por electo que sea, es un líder fanático de un movimiento totalitario que considera a Israel su enemigo mortal y habla para una población que odia al judío por educación y por decreto y lo considera capaz de las peores atrocidades imaginables por ser el mal absoluto.
Israel está lejos de ser un alma de la caridad. Pero otros países, como nuestros vecinos europeos, tampoco lo son. En el origen del estado de Israel hay unos cuantos problemas y aspectos discutibles, pero el hecho es que Israel está ahí después de sesenta años. Las teocracias, dictaduras y estados autocráticos que le rodean en estos mismos sesenta años no se las han apañado para hacer algo mejor que Israel en lo que se refiere a derechos ciudadanos y forma de gobierno: no veo a Israel gaseando a sus propios ciudadanos. Siendo un estado de profundo carácter nacionalista (el sionismo es un nacionalismo) el resultado, vista la comparación, no es ni de lejos equiparable. Con sus errores, desaciertos y dilemas morales difíciles de resolver en la misma situación de vivirse en estos pagos, es lo mejor que tenemos. En todo caso, hay que terminar los disparos ya.

La forma de encarar esto por el partido que nos gobierna, no se parece en nada al espíritu que dicen debe reunir ese ente conocido como Alianza de Civilizaciones, que no sabemos si excluye al judaísmo y a los nacidos de madre judía, dado que parecerían ser los que buscan víctimas civiles deliberadas y no los lanzadores de misiles y asesinos suicidas. No sabemos si la ejemplar democracia turca, colíder junto a Zapatero de esa especie de nueva leyenda de los no alineados a la espera de su Che Guevara, puede presumir del mismo historial.


Actualización: el Gran Señor Del Exilio, D. Luis I. Gómez, hace hoy un excelente análisis de lo que ocurre con Hizbolá y con ese pequeño Adolfo que es Ahmadinijad. Tomen nota de esta conclusión y léanlo al completo en su escondite. Profundo y serio, como siempre:
El Líbano, que estaba a punto de desarmar al ejército de la guerrilla de Hassan Nasrallah, se ha visto arrastrado a una orgía de destrucción gracias a la ambición desmedida de Ahmadinijad. Y la pregunta es: ¿porqué ocurre esto y porqué ahora? Porque la democracia en Líbano estaba a punto de dar el cerrojazo final al ejército Chiita. Irán busca la confrontación. No pierdan de vista al señor Ahmadinijad, un depredador persa moderno con una misión.