domingo, junio 25, 2006

Recuerdos útiles, una visión de Beevor


Los hispanistas no españoles terminan por cumplir desde los tiempos de la oprobiosa la que parece inevitable función de árbitros. Tanta memoria y desmemoria histórica, tiene un punto de vista único para lo que podemos escuchar, ver y leer en el entorno que nos toca:
Lo que España necesita ahora es un pacto de recuerdo, no de olvido, pero debe enfocar la memoria de un modo completamente distinto: uno que evite los fantasmas propagandísticos del pasado que se alimentan a sí mismos; uno que reconozca libremente las peligrosas consecuencias de negarse a transigir. Los españoles tienen muchas y grandes virtudes, especialmente la generosidad, la imaginación, el sentido del humor, el valor, el orgullo y la determinación. Pero no suelen distinguirse por intentar comprender el punto de vista del adversario. Es un vicio infravalorado. La tragedia de la Guerra Civil es sin duda el recordatorio más fuerte del peligro de despreciarlo.
Y fíjense qué bien se puede contar el panorama dejando probablemente incómodo a casi todo el mundo. Puede ser porque cuenta con una visión no apasionada, no involucrada. Quizá puede ser la visión que termine por imponerse en generaciones que empiezan a sentir como ridículo todo este ruido:
Incluso en la actualidad, mientras los viejos derechistas -los nostálgicos del franquismo- se niegan a admitir error alguno en la cruzada de Franco, la mayoría de los socialistas siguen negándose a reconocer que el gobierno de izquierdas del Frente Popularde 1936 fue cualquier cosa menos una víctima completamente inocente. Y porque nunca condenó a sus partidarios por intentar derrocar en 1934 al anterior Gobierno de derechas elegido legalmente. Algunos se niegan a reconocer incluso que las huelgas, los disturbios, la confiscación de tierras y la quema de iglesias contribuyeron al desmoronamiento de la ley y el orden en la primavera de 1936.

Hacia junio de ese año, España se había vuelto ingobernable, y el caos era tal que la derecha puede argumentar que el levantamiento militar habría tenido lugar en cualquier caso, dirigido no contra el gobierno electo, sino contra la falta de gobierno. Y efectivamente, Franco no dejó escapar la oportunidad de aplastar la democracia. Pero la irresponsabilidad de las facciones izquierdistas le brindó esa oportunidad. Los líderes más moderados de la República les habían advertido una y otra vez sobre las consecuencias de sus actos, pero se negaron a escuchar.
Antony Beevor, en El País de hoy, que se muestra partidario de sacar a la luz lo que sucedió, creo que no con el mismo estilo de tanto militante de IU y otras huestes enamoradas de la república imaginada y no vivida:
Hoy, el pacto de olvido debe romperse, aunque sólo sea para que todos los españoles -ciudadanos de la nación más moderna y con mayor proyección de futuro de la Unión Europea- puedan comprender cómo sucedió la tragedia
Apúntense eso del principio, lo de que los españoles "no suelen distinguirse por intentar comprender el punto de vista del adversario", que nos viene muy bien a la vista de cómo estaban las cosas ayer.