Intento que la sobreadundancia del fallecimiento de la reina de la copla no me rodee ni me abrume. Veo un féretro con una bandera española que lo cubre hasta la mitad y la otra media con una bandera andaluza. Antes, las folclóricas eran una cosa bien española a secas, ozú, que era bien obligatoria la identificación entre andaluz, flamenco, toros y España.
El ejercicio por el que me llamarán macabro es porque intento imaginar el féretro de un rey o una reina de la nova cançó. Y me pregunto si requerirá banderas. Lo más probable es que los familiares rehuyan de banderas, si es que es verdad que no se lleva, pero de llevar una, ¿qué sería lo conveniente? No imagino que el féretro de Mikel Laboa, al que no le deseo nada malo y ya me hace sentir mal el poner un nombre, tenga banderas españolas por delante, pero es muy probable que se considerara la presencia de la bandera vasca.
Creo que era José Luis Núñez el que decía que no aceptaba publicidad en la camiseta del Barça con el fundado argumento de que había socios que pedían ser enterrados con ella. Una abuela mía fue incinerada con una bandera republicana como sudario.
Patria, pasión y muerte. No sé qué significa, pero me da vueltas en la cabeza.
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