Palabras puestas en boca de Xavier García Gaztelu, convicto por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Uno se plantea qué cara hubiera puesto si cada uno de los encañonados y desnucados por él le hubieran dicho esto mismo en sus narices. Él cumplió su sentencia. No sabemos si cumplirá la suya.
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