domingo, junio 18, 2006

Ganó Zapatero


Porque ganó la indiferencia. Ganó la visión de un político que parte de la base de que el ruido es cosa de periódicos de Madrid, de exaltados como Losantos, de trifulcas de micrófono y tertuliano: el estatuto importa un pito y nos vamos todos a la playa. La Constitución Europea nos importó otro carajo: la evidencia es que los políticos hacen normas para su propia estrategia personal y, de tener un valor real para la convivencia, no pueden, no saben o no quieren hacer que sean entendidas o percibidas como deben ser por quienes supuestamente deben favorecerse de ellas.

Y perdió Mariano. Perdió, perdió, perdió. Perdió Arcadi. Perdió, perdió, perdió. Las causas serán las que sean: propaganda, el sentido inane de la vida que tiene la población, la ignorancia y los prejuicios, pero los hechos son tozudos. Sin haberlo seguramente leído, a la gente le basta con confiar en que si lo dicen Maragall, Zapatero, Pujol y Mas, malo no puede ser. Y si el que dice que es malo es Piqué o Rajoy, es buena razón para no sumarse. Y esta es la reflexión que sin duda el Partido Popular no hace: atascados en el escándalo y la ignominia moral los votos no suben. En Cataluña el partido que defiende la nación española no tiene eco alguno. Hay quien interpreta estas afirmaciones mías como renuncia a ideas loables. Poca perspicacia: las ideas se compran como cualquier mercancía, o convencen o no convencen. Y son ya muchos años de Constitución de 1978 para no darse cuenta de que hay un partido que no convence nada a un segmento crítico del electorado y de legitimización de su concepto de España.

Para un servidor de ustedes, la salud de la democracia y la pertinencia de los referenda para las decisiones críticas: no ha pasado nada. Ni pasará. La gente decide. Y ya sabemos que no tiene demasiado interés en cosas de palabrería: nación o no nación. Lo que sí son es racionales a muerte: ¿cómo votar no a un privilegio? Ahora el trabajo y la batalla política se centrará en las leyes que desarrollarán un estatuto suficientemente ambiguo como para que una mayoría alternativa no profudice en sus posibilidades. La realidad es que esa mayoría alternativa no existe.

Ah, y perdió Carod. Somos ya y seremos un país confederal. Sólo va a perturbar ese modelo de estado la incomodidad del uso de la lengua. En pocos años, con la reubicación de una generación más y la sustitución de los grandes cuerpos del estado basado en oposiciones estatales por funcionarios que hablen y escriban catalán, ni siquiera importará. Seguramente, la vía para todo esto no era el camino que ha seguido Zapatero, pero lo importante es que cace ratones se dirá en la almohada. Que eso lo enseñó Felipe. Al mismo tiempo, la clase política es consciente del grado de indiferencia que genera esa gran expresión de "la profundización del autogobierno" como problema esencial de la convivencia y puede que se reduzca el ruido. O no.

Para final de año, coalición PSOE-CiU en Madrid. Aznar no supo o no quiso haberlo hecho él. Hubiera gobernado veinte años.Mariano no gobernará nunca. Para el PP el problema consiste en cómo mandar al cuerno el 11-M y elaborar un discurso que le permita ganar. Para ganar, tiene que sumar más votos donde nunca los consigue. Para eso, tiene que dejar de escuchar los gritos de Federico y, por mucho que le pese, sólo puede ser la hora de Gallardón.

Y dicho esto ya percibo el ruido de las balas a mi alrededor.