Está por toda la red: la versión que dan los conocidos como Maulets de los (o de sus) golpes que cuenta Victoria Prego. Todo el mundo se llama fascista los unos a los otros. Nada como atender a los pequeños detalles:
- Victoria Prego echa mano del calificativo de fascista porque les pegan. Presuntamente por sus ideas políticas.
- Los Maulets acusan de fascistas a los que califican de españolistas. Presuntamente, porque español es Franco y sus circunstancias sumadas a las de Felipe V, evidentemente un protofascista.
- La inquietud me dice que hay una incompatibilidad lógica en el razonamiento. Si españolista es fascista, ¿por qué catalanista no lo es? Habrá quien diga que es porque el españolismo es un imperio sojuzgador y el catanalismo es su fuente de liberación. Pero otros pensarán que la creencia de los catalanistas en los Països Catalans es una rememoración imperial (¿sojuzgadora, pues?) de valencianos y mallorquines. Que no acaban de comprar la idea: esta sería la prueba de fuego del catalanismo como nacionalismo; si a los españoles en general les costó asumir la idea de que no todo el mundo era español como en Ciudad Real, debe ser un trabajo entender que otros no quieran llamar catalán a su lengua como legítimamente debiera de ser. Y que, siguiendo el razonamiento que nos trae hasta aquí, los convierte en españolistas. O fascistas.
- La ecuanimidad me dice cómo debo pensar: que unos peguen a otros en nombre de patrias e ideas, no debe querer decir que todos los que piensan con las mismas ideas peguen golpes. De lo que resuelvo que todas las patrias -¿las identidades?- deben ser igualmente legítimas y que todo depende de quién te las hace tragar.
Agradecería un vaso de agua, por favor.
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