Juan Sempere y Guarinos, dicen los académicos, era el más consecuente de sus contemporáneos con esta afirmación arriesgada y compleja intelectualmente. Se sabe que lo que no es tradición es plagio, pero también el pasado es una condena para los vivos que hay que saber mirar para poner de lado y elegir qué aprender de él. Ese suele ser uno de los caballos a los que se sube Berlin Smith a la hora de proponerles argumentos que nos libren a este país pizpireto de tanta retórica sobre su ombligo.
El aserto lo recoge el bravo, apasionado, romántico y desbordante Rafael Herrera Guillén, en tiempos Bicho, más adelante prestigioso bloguero de Periodista Digital, morada a la que llaman a todos mis colegas de más provecho blogosférico. Serán (más) grandes. Como grande, severo e importante me parece el trabajo que ha realizado al explorar a uno de esos héroes perdidos del liberalismo antes de inventarse la palabra liberal y del lado trágico que nos gusta ver en la ilustración española. El síndrome de Gil de Biedma.
"Las indecisiones del primer liberalismo español" me parece una lectura adecuada para tantos que ahora recurren (¿recurrimos?: el burro, delante) a asociar estas dos palabras malditas -liberal y español- como una especie de vocación por huir del agotamiento del sentido común que han supuesto los totalitarismos del siglo XX, sus secuaces y sus versiones rebajadas en forma de estatalismo promiscuo. Mapuche dirá, me repetirá, que no me esconda en palabras del siglo XIX. Entendamos, pues, el siglo XIX y sus antecedentes. Rafael Herrera Guillén. Juan Sempere y Guarinos.
P.D.: Si quieren, se lo pueden comprar aquí. O escribirle a Gundemaro Gutierrez Solana, que sabe mucho de Rafael (gundemaro7"arroba"yahoo.es) y les informa sobre el contenido, de dónde se pilla mejor y todas esas cosas que servirán para incrementar su conocimiento enciclopédico de la historia de España.
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