Barbara Probst Solomon es como la embajadora honoraria de España en Nueva York. Decir que en EE.UU. puede ser llegar demasiado lejos. Sabemos que es la protagonista femenina de esa fuga de posguerra con una película tan regular como fue Los Años Bárbaros, que uno piensa que producida por los estándares más convencionales del cine norteamericano hubiera dado lugar a otra cosa mucho más digna e interesante. No era una historia para que la hiciera Colomo, pero eso son terrenos del Señor Navajas.
Lo que deseaba comentar no tiene nada que ver. Era aprovechar para dar argumentos sorprendentes al antiamericanismo primario (es decir, para su sorpresa):
El embajador estadounidense Claude Bowers (My mission to Spain) hubo de enfrentarse al Departamento de Estado, a Joseph Kennedy, embajador en Londres, a Neville Chamberlain y a Bonnet, el embajador francés, quien no tardaría en mantener amistosas charlas con Ribbentrop al respecto de qué hacer con los judíos. Roosevelt se enfureció cuando, el 29 de febrero, Inglaterra y Francia se apresuraron a reconocer sin ningún tipo de condiciones al Gobierno de Franco. Bowers había exigido a cambio de este reconocimiento por parte del Gobierno estadounidense (el primero de abril) "un compromiso de que no habría represalias, ejecuciones políticas ni persecuciones... de que se pondría en libertad a los republicanos encarcelados". No se cumplió ninguna de estas condiciones, y cuando Bowers volvió a Madrid para cerrar la embajada, se encontró con que Franco había denegado el permiso de trabajo a los estadounidenses responsables de las oficinas en España de la International Telephone and Telegraph Company (ITT).En fin, como ven no hablamos de las brigadas internacionales. La humanidad, que produce de todo. El resto del artículo es igualmente interesante y con curiosas referencias.
Tags:
|