Continuamos con la acumulación de caídas del guindo. Sumaremos hoy a Esther Tusquets:
¿No resulta muy dura, al menos para los miembros de mi generación que nos considerábamos de izquierdas y habíamos hecho de la libertad un mito, esa merma creciente de las libertades individuales?Sin perjuicio a algunas matizaciones que se pueden hacer a la asociación de ideas izquierda como sinónimo de libertad, destacaremos el pretérito "considerábamos" vinculado al calificativo "de izquierdas". ¿Ya no somos?. ¿El desencanto o la edad, que te hacen inevitablemente conservador? ¿Inevitablemente? ¿O es el definitivo asentamiento del sentido común? Divaguen sobre ello mientras se entretienen con el resto del artículo, que no es otra cosa que nuestra generalizada indignación por el intento de éste y otros gobiernos de ser nuestro padre y nuestro guardia jurado con la misión de no dejarnos salir de nuestra propia casa:
Las libertades individuales no deben de ser tan importantes, dado que no parecen importarle a casi nadie, y supongo que todos, qué remedio, nos habituaremos a sobrevivir, sin excesiva asfixia, entre ese cúmulo creciente de cosas prohibidas. Sin excesiva asfixia, pero con resquicios de rebeldía y de tristeza.(Por si se pierden, es ese regreso al colegio colectivo: no fume o le multo, póngase el cinturón o le multo, vacúnese o no le receto, etc. Del vino de Aznar no se dice nada, pero qué se apuestan a que nadie le dice nada a la Tusquets. Pobre: no tiene la culpa.)
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