Préstenle una ojeada atenta a estos dos sujetos, a sus miradas, a sus gestos, a esas expresiones amenazantes propias de sus singulares profesiones: el uno, el del casco, peligroso propagandista de la izquierda, quemaiglesias y con antecedentes penales. El otro, el caballero del smoking, incisivo agente de la reacción dispuesto a infiltrarse en cualquier organización obrera para reventar la lucha del proletariado. En sus ratos libres, responsable de la desideologización de nuestra juventud en marcha.
Ambos se han enzarzado en una discusión que, a todas luces, ha sido promovida bien por la agencia Novosti, bien por la Comisión Trilateral. El caballero de la pistola en la mano, D. Enrique pe-punto Mesa, inició las hostilidades acusando a la progresía, así genéricamente, de estar con los verdugos, es decir, la comúnmente denominada banda terrorista ETA, y no con las víctimas, es decir, a los que matan, chantajean y secuestran. El caballero presunto sindicalista (observen que porta casco blanco, o sea, de ingeniero, porque las obras tienen sus estatus), D. Ricardo Royo-Villanova y Martín, renegado de su clase, tomó su fusil dialéctico y manifestó su desacuerdo y desagrado sobre la cuestión: oiga, los progresistas no estamos con los verdugos. Oiga, que qué es eso de acusar así a todos, en plural.
El Sr. Mesa se defiende categorizando el concepto "progresista": el entramado político industrial que conforman el Gobierno, los partidos que los apoyan, los que quisieran tocar poder (Izquierda Unida) y, por resumir, todo rojo volante más el apoyo, nunca suficientemente valorado, del Grupo Prisa y su flota del Atlántico, el Pacífico y las galaxias más lejanas. La cuestión es si eso es cierto. La cuestión es que el campeón mundial del agitprop, el Sr. Royo, me dice: "oiga, opine". Opinaré, no sé si en serio, porque lo de las víctimas es muy serio. Pero lo que es seguro del todo es que meterme en pleitos ajenos puede resultar en bofetadas de todos y yo, hasta ahora, me conformo con que las más duras me las den mis supuestos correligionarios de la red liberal y otros campos, a los que no suele gustar mi heterodoxia ni mi poco cariño por los sacerdotes de todas las iglesias.
Mi candidatura a las hostias la defenderé con algunas cuestiones:
Ambos se han enzarzado en una discusión que, a todas luces, ha sido promovida bien por la agencia Novosti, bien por la Comisión Trilateral. El caballero de la pistola en la mano, D. Enrique pe-punto Mesa, inició las hostilidades acusando a la progresía, así genéricamente, de estar con los verdugos, es decir, la comúnmente denominada banda terrorista ETA, y no con las víctimas, es decir, a los que matan, chantajean y secuestran. El caballero presunto sindicalista (observen que porta casco blanco, o sea, de ingeniero, porque las obras tienen sus estatus), D. Ricardo Royo-Villanova y Martín, renegado de su clase, tomó su fusil dialéctico y manifestó su desacuerdo y desagrado sobre la cuestión: oiga, los progresistas no estamos con los verdugos. Oiga, que qué es eso de acusar así a todos, en plural.
El Sr. Mesa se defiende categorizando el concepto "progresista": el entramado político industrial que conforman el Gobierno, los partidos que los apoyan, los que quisieran tocar poder (Izquierda Unida) y, por resumir, todo rojo volante más el apoyo, nunca suficientemente valorado, del Grupo Prisa y su flota del Atlántico, el Pacífico y las galaxias más lejanas. La cuestión es si eso es cierto. La cuestión es que el campeón mundial del agitprop, el Sr. Royo, me dice: "oiga, opine". Opinaré, no sé si en serio, porque lo de las víctimas es muy serio. Pero lo que es seguro del todo es que meterme en pleitos ajenos puede resultar en bofetadas de todos y yo, hasta ahora, me conformo con que las más duras me las den mis supuestos correligionarios de la red liberal y otros campos, a los que no suele gustar mi heterodoxia ni mi poco cariño por los sacerdotes de todas las iglesias.
Mi candidatura a las hostias la defenderé con algunas cuestiones:
- ¿Qué es ser progresista?
- ¿Son IU y PSOE complacientes con los verdugos?
- Ahora bien, ¿qué es estar con los verdugos?
- Visto así, ¿corren el riesgo los progresistas de la definición aquí realizada de ser cómplices?
- ¿Es la negociación actual una concesión a los verdugos?
Se supone que amante del progreso de la sociedad. Se supone que son aquellas gentes que no creen que la sociedad no pueda transformar sus estructuras frente a una visión conservadora que pretende dejar las cosas como están. De esta forma, progresista puede ser cualquiera, especialmente si lo asociamos con ilustración, cariño por al avance científico y una visión liberal de las relaciones humanas, es decir, no sometida a dictados morales impuestos por los distintos sacerdotes que nos asolan. Eso que en otros siglos anteriores a éste se dio por llamar librepensador. Ahora bien, la cosa del pensar en progreso se asocia claramente hoy día con el pensamiento socialdemócrata, ecologista, comunistoide, gay power, etcétera, etcétera, y los partidos que lo representan, v.g. IU y PSOE, y un cierto tono cool de lo moderno que es uno si está contra los productos transgénicos, los Estados Unidos de América, Israel, la guerra de Irak sin reflexión ninguna y se comprende que Bin Laden es un asesino y un capullo pero que la culpa de todo la tiene Bush. Vamos, simplificación intelectual propia de la gente con buenas intenciones y mucho desconocimiento. Está claro que el Sr. Mesa y yo mismo abjuramos de ese progresismo. Pero en lo que nos ocupa, la descripción que hace P-punto es la de Izquierda Unida más PSOE.
De acuerdo con Mesa, sí. Y enumera una serie de circunstancias que, dice, lo prueban. Se las pueden leer en los enlaces que les he pasado: así aumentan las páginas vistas de todos nosotros y yo ahorro espacio, tiempo y dolor de dedos. De acuerdo con Royo, no. Y hace lo mismo en los otros enlaces a los que les invito a acudir por las mismas razones. Servidor opina que los argumentos del amigo Villanova son bastante serios para descartar la afirmación rotunda "los progesistas están con los verdugos".
Servidora, que no es muy brillante, entiende que son las actitudes intelectuales que en nombre de grandes palabras (libertad, democracia, diálogo, etc.) esgrimen determinados personajes que, probablemente sin querer, suponen una cierta comprensión de que por el mañana de Euskal Herria haya que matar, incendiar y sacarte el dinero. Otros, que no dudo que son buenas personas y que quieren a sus hijos, tienen sus razonamientos más cómplices: a la sazón el señor Eguibar, que considera que son métodos modernos de lucha política. O, en general, todos aquellos que ven a estos muchachos como hijos descarriados que sometidos por el franquismo y su crueldad (tiene gracia que casi todos los militantes de la kale borroka hayan nacido posteriormente a la muerte del general gallego de mal recuerdo) se defienden de otra violencia más injusta, esa que dicen que ejerce el estado. Así, la complicidad sería pensar que esto es una guerra donde hay bandos, y no una democracia y un estado de derecho contra una organización y una población que lo soporta (que, insisto, también quieren a sus hijos como Hitler a los suyos) que creen que sufren una imposición cercana al 1984 de Orwell. Y que por todo ello hay que dialogar y comprender y llegar a un acuerdo y, claro, efectuar concesiones de carácter político. En cierta manera lo que Aleic Reid insinuaba el otro día cometiendo un olvido imperdonable: decía el cura que no reconocer los derechos del otro era - y lo decía con perdón - fascista. Se refería al partido popular mientras alababa a Usabiaga y Otegi olvidándose de que, más bien, lo fascista es romperte el escaparate si no piensas como yo, y que conviene que se diga por él y, no estaría nada mal, por los propios héroes Usabiaga y Otegi.
Pues verán, me temo que unos sí y otros no. El Sr. Villanova se desmarcó de su camarada Madrazo asegurando que él no cree que hubieran debido entrar en el Gobierno vasco (Ricardo, busca tú el enlace y pónlo en los comentarios que ahora me da pereza buscarlo). El Gobierno vasco y el nacionalismo en general se han caracterizado por su comprensión de los chicos de la gasolina porque les parece que su problema político es tan grave, y tan desgraciada la existencia del vasco en este mundo, que puede con todo lo demás y todo lo justifica. Así, promueven políticas de corte abiertamente filonazis: vascos sólo algunos, los que puedan demostrar que son de aquí. La reducción progresiva del castellano en la escuela. La oposición o no seguimiento sistemático de las políticas estatales. El diálogo por el diálogo por el irresponsable de Carod, que quién se ha creído siendo un cargo público electo para actuar por su cuenta y riesgo en representación de la ciudadanía, pues contribuyen, como he dicho con buenas intenciones, a la sensación de sosiego y carrete al verdugo. Porque yo al verdugo ni agua (dentro de la ley, por supuesto). Así, cada vez que con las buenas intenciones que tenemos todos se ofrece un diálogo sin saber para qué, se está, sin querer, dejando que el verdugo se salga con la suya: disparo, luego pasan por el aro de hablar y hacer lo que yo quiero. A todo esto se debe referir el Sr. Mesa.
Pues está por ver. Y será a la interpretación de cada uno según el resultado. Pero lo que es cierto es que el conflicto existe y que debe ser afrontado, pero para afrontarlo se debe tener muy claros los principios morales y políticos de uno, sobre todo para que las renuncias que haya que hacer, no supongan verdaderos saltos mortales en la dignidad y supongan, al final, la victoria de la democracia y el estado de derecho. Yo últimamente estoy muy pesado en recordar que la superioridad moral está de nuestra parte y que ya se ha hecho mucho en favor de resolver el problema de los denominados violentos (asesinos, pirómanos, chantajistas, secuestradores y falsificadores): salieron todos en el 77, se resolvió con facilidad lo de los poli-milis, se creó el mecanismo de reinserción en los ochenta para el que quisiera dejar las armas sin renunciar a sus ideas lo hiciera. Se aprobó un estatuto legendario en la descentralización administrativa a nivel mundial, se vota cada cuatro años para el estado, la autonomía y los ayuntamientos, hay un mecanismo jurídico para que si los navarros quieren se incorporen a la Comunidad Autónoma Vasca... La pregunta es, después de todo esto ¿qué va a conceder usted, sr. asesino y también usted, señor nacionalista, por nuestra generosidad con esos presos convictos de asesinato, secuestro, etc. etc.? El peligro de la tendencia del progresismo a creer en valores grandiosos como el diálogo a secas está en olvidar estas cosas. Bien es cierto que el primer ministro de nuestro gobierno, ese héroe de cómic, hasta ahora ha dejado claro que no habrá concesiones políticas. Piénsese que el MLNV no hace esto porque se arrepienta de los medios utilizados, sino por que ya no le sirven y se queda sin dinero, flaco favor nos haríamos si no se piden garantías en este sentido y una restitución moral a las víctimas.
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