lunes, marzo 27, 2006

Homenaje a Cataluña



Voy a hacer un ejercicio de exageración que algunos podrán llamar con cierta razón demagógico, pero dejen que mi instinto literario no se frene y les inspire para desentrañar por dónde llevo mi aguijón de hoy. Iré por orden cronológico inverso, porque los tiempos, siguiendo la costumbre de ésta época, se aceleran sin parar.

Sólo tengo en mi mano la portada de El País de hoy, no hay acceso a las páginas interiores, son las cosas de la madrugada. Pero el titular hiere la mirada del demócrata: "ERC amenaza con destituir a los altos cargos que oculten impagos de cuotas". Ya saben, la historieta ésta de extraños tintes por la cuál los empleados de la Generalitat han de hacerse simpatizantes de Esquerra, sus cargos electos han de entregar su sueldo al partido y todas esas cosas de olor poco grato para el sentido común.

En las páginas de El Mundo de ayer, leía que ya había cuatro técnicos que han sido despedidos por no ceder su sueldo al partido. No sé si esto es laboral, pero de serlo es de una nulidad escandalosa. No sé dónde más leo que los republicanos vuelvan a sacar a colación el famoso tres por ciento y acusan a todos de ser grandes hipócritas. No encuentro nada en el Avui.

Ahora es donde empieza la fantasía literaria. Porque me sobreviene la palabra purga, es decir la eliminación o coacción al disidente. Una palabra muy estalinista. Como estalinista fue la represión sobre el POUM, una cosa tan catalana. Y, claro, pienso en Orwell, a quien no le gustaban nada los totalitarios. Qué exagerado soy, ¿verdad? ¿Serán éstas prácticas totalitarias?.

La izquierda, se supone que ERC lo es, gusta de estas contribuiones militantes a las arcas del partido, normalmente cortas si se comparan con los partidos burgueses, siempre más cercanos a los hombres e ideas de la gente de dinero. Por eso unos van de tres por ciento y otros de inmolación por la causa. Unos argumentarán que los perseguidos tienen su cargo, puesto, prebenda o pesebre por aquéllo de que es el partido quien los designa: pero la sociedad democrática no puede aceptar que la situación laboral esté sometida a semejantes criterios: un hombre debe ser libre para decidir el destino de su sueldo y si sus seguidores son desagradecidos pues mala cosa para el partido, que se busque otro sistema de financiación o de selección de militancia.

Las cartas rogando que la gente se inscriba como simpatizante bajo la excusa de la ley de protección de datos es un tanto sonrojante. Como ya viene el "y tú más" del comisionismo, como seguramente vendrán las condonaciones de préstamos de las cajas de ahorros el hombre de a pie responsable sólo puede pensar en una cosa: alguien nos está tomando el pelo, ésta es una democracia corrompida. Una circunstancia que no debe ser específica, ni mucho menos, de Cataluña como una de las naciones, nacionalidades y regiones que componen este singular estado imperfecto, aunque ya se sabe que todos lo son.

Uno se pregunta si mientras tanto debatimos sobre identidades y reclamaciones históricas la vida no se nos pasa por delante. Leo que los dirigentes republicanos se ofenden mucho y hablan de que se les quiere atemorizar o que se les quiere conducir al voto favorable a ese estatuto tan parecido a un camello, ese resultado de un comité diseñando caballos. En Cataluña me suele decir mucho amigo del alma que allí no pasan esas cosas. Se refiere a cierta chabacanaría como puede ser el entusiasmo por determinados programas del corazón (uno tiene sus dudas) o a la falta de racionalidad en lo público.

Pla decía que Cataluña, y esto con Franco vivo, era el país más democrático del mundo. El homenaje más bonito es ese. El mejor homenaje lo daría yo si viera que la sociedad civil catalana tuviera una reacción ejemplar y fuera la pionera en destapar la farsa de la financiación de los partidos y todos esos pecados que cometen mientras espolean nuestros sentimientos para alcanzar sus cotas de poder personal. Porque a mí la identidad no me resuelve que la sociedad sea más justa, más libre y verdaderamente democrática.