miércoles, marzo 15, 2006

Contra la televisión pública (elegía sin sentimiento para un dinosaurio en peligro de extinción)


Todo lo que cuentan sobre la televisión pública es mentira. Todo. Socialistas de todos los partidos se aprestan a hablar de calidad, servicio, difusión de la cultura, protección de las lenguas y las minorías, el derecho del ciudadano a la información veraz, la protección de la infancia... una inmensa mentira que sólo tiene como fin el control político de la opinión. En definitiva, la propaganda.

Me pongo el sombrero de Revel:
La televisión es un servicio público esencial

Más allá del significado jurídico de esta definición que el gobierno de Felipe González se encargó de incluir en las leyes españolas cuando en el acto de gracia propio de nuestra ley, nuestro gobierno y nuestro estilo semitotalitario de democracia, accedió a que televisiones no estatales existieran. Servicios esenciales son la sanidad, las funerarias y los urinarios. Esenciales son las carreteras, el tendido eléctrico y el alcantarillado. Nada tiene de esencial Mira quien baila. Ni Operación Triunfo. Ni (¡oh, tabú!) el telediario de las tres de la tarde. Puesto que no podríamos vivir sin médicos ni hospitales, sin barrenderos en las calles y sí podemos pasar estupendas tardes con Teresa y sin fútbol, la televisión no es un servicio nada de esencial. El colmo, esos presuntos liberales del PP que se inventaron la ley de transmisiones deportivas para obligar a que un partido de fútbol sea esencial. O que joder a Polanco sea esencial. Básicamente, porque antes nos jodieron esencialmente a todos con Polanco.

La televisión (pública) debe formar

¿Por qué? ¿Es un residuo de los tiempos del analfabetismo crónico, primario y funcional de un país en el que mi abuela fue la primera en crear en su pueblo un retrete como es debido a finales de los años sesenta? ¿Es porque como la gente no lee todo lo que potencialmente nos gustaría a cuatro gatos se le debe leer a la gente? ¿No existen miles de academias privadas, universidades y colegios públicos y privados, revistas técnicas de todas las especies, bibliotecas, librerías, editoriales, profesores de fin de semana, tutoriales de inglés y francés...? La sociedad tiene miles de mecanismos para la formación de sus queridos ciudadanos: formar no es la excusa para ninguna televisión pública.

La televisión (pública) debe informar (otro verbo para opinar)

¿De qué? ¿Por qué? ¿En nombre de quién? Cualquier ciudadano de a pie puede crear un periódico, una revista, una página web o un blog. Nadie espera que el estado tenga un periódico ni que escriba editoriales ni que opine: el estado da sus ruedas de prensa cuando quiera pero ¿quién es para tener medios que editen, elaboren y enjuicien sus propias opiniones? El fastuoso Movimiento Nacional tuvo una cadena de radios, una cadena de periódicos (¿alguien se acuerda todavía del Arriba?) y tropecientas participaciones e injerencias en otras radios (la SER, ¿recuerdan?). La democracia los vendió: a los amigos del gobierno de turno.

La televisión (pública) debe entretener

¿Por qué? Lo sabemos bien desde la Roma imperial: pan y circo. Dadles de comer y de beber, hacedles sonreír y la vida continúa. Someted a los desgraciados al ridículo, a la muerte y la lucha violenta: emitid un programa del corazón. Varias y diversas televisiones se dedican a entretener, a contar mentiras, verdades y desgracias. A emitir relatos sobre la condición humana al estilo de Corin Tellado o de Shakespeare al gusto de cada cual. Tienen para el fútbol y para los cantantes, tienen para elevar la barraca de feria a espectáculo de luz y color. ¿Quien necesita que el estado haga esto?

La televisión (pública) debe emitir una programación de calidad

¿Y eso qué es? Calidad es lo que le gusta a los críticos de televisión y editorialistas de El País. Gente que hace largas y sesudas notas sobre el último compositor de la nueva onda de lo que sea e ignora que las ventas de discos y las audiencias reales se las llevaban de plano todos los intérpretes de Radio Olé. En la industria aprendí que calidad es lo que el cliente quiere comprar al precio que está dispuesto a pagar. El cliente de Canal Plus estuvo encantado con ver Friends (incluso en abierto) pero el cliente de Cuatro generalista no lo ha querido ver igual. ¿Ha cambiado su calidad? Pero calidad es darle programas a Jesús Quintero (y te dirán eso de: "es el tipo de espacios para una televisión pública") o emitir un programa de libros. No, no es calidad: es emitir contenidos para minorías. ¿Sólo la televisión pública puede hacer eso? Hoy día, no: la competencia desleal de las televisiones públicas hacen que esos contenidos no puedan ser ni producidos en España en muchas ocasiones ni permiten la rentabilidad de pequeños canales a los que sólo dejan emitir en libertad en el cable y el satélite.

El espectro es limitado

También lo es para la telefonía movil y las comunicaciones militares. Que el estado conserve la potestad de regular y distribuir un monopolio natural es lícito: pero el estado (ya) no tiene empresas de telecomunicaciones. El espectro se subasta. En telefonía, y radio nadie puede tener más frecuencias de las necesarias. ¿Por qué las televisiones públicas se van a quedar con el 50% de las posibilidades técnicas de emitir la TDT? ¿Por qué si hay frecuencias suficientes para emitir 20 canales sólo pueden hacerlo los de siempre? Porque unos protegen la propaganda y los otros el oligopolio: no dejemos en manos de Vasile la lucha por la libertad para emitir, cuando más restringido el acceso a la emisión, cuantos más canales públicos incompetentes, más gana Vasile. Y Carlotti.

Usen su mente racional para darse cuenta de que no hay ninguna otra faceta en la vida donde aceptemos tal intromisión del estado, tanto despilfarro y tanta mentira:
  • Los canales privados nos dan el mismo ocio (bueno o malo, con calidad o sin ella) que la televisión pública. Sin embargo, las televisiones públicas nos cuestan cada año miles de camas de hospital y las privadas las tenemos gratis o de pago para el que lo quiera. Pero nadie se escandaliza. Especialmente todos los defensores de los derechos linguísticos, las minorías desamparadas y todas esas excusas para vivir del erario público sin que esos presuntos perjudicados mejoren.

  • Es verdad que no existe ninguna información neutral, que los informativos de una televisión obedecen a los intereses de su dueño. Pero los informativos del Estado obedecen a los intereses del gobierno de turno y no me quieren dar alternativa: déjen que haya muchos, muchos opinadores y verán como la gente no es tonta y combinará sus fuentes para fijar sus criterios. Ustedes, gobiernos, expliquen y defiendan lo suyo lo mejor que puedan, pero no se inventen altavoces.

Elegía sin sentimiento

Pero vais a desaparecer todos. Os vais a sumergir en la noche de los tiempos. Públicos y oligopolistas no podréis detener el avance de los tiempos: dejaremos de consumir tele a las horas que decís, por el medio que decís y por el precio que decís. Si mañana se emite un show en EE.UU me lo descargaré por la tarde y lo veré cuando quiera: no esperaré a que compres derechos para España y te los arruinaré. No veré tu tele, sino la que me dé la gana: me la mandarán por internet, la podré grabar y desenchufar como quiera y cuando quiera: ya vemos el fútbol por las teles chinas, prepararos para la que viene. Haremos los contenidos que nos dé la gana y los pondremos en la red para que los vea quien quiera: nunca más nos impondréis vuestras noticias. Nuestra batalla del siglo XXI, como fue la de los otros siglos, será la libertad para enviar y recibir bits, la nueva imprenta.




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Los autores de las fotografías son "jacob_arctor" y Norm Walsh, obtenidas vía Flickr