viernes, marzo 10, 2006

¿Hay algo malo o insultante en ser jacobino o algo que se le parezca?




Las definiciones de jacobino en todas las versiones idiomáticas de la wikipedia que he consultado hacen una pequeña referencia a su significado actual: de club de revolucionarios radicales y más o menos ultramontanos a símbolo del centralismo administrativo acumulado en París, oh, la, la. En nuestros predios, la apisonadora madrileña para agravio de toda provincia, autonomía histórica, nacionalidad sobrevenida o cantón. O, dicho de otra manera, insulto frecuente que los partidos locales de los diversos territorios aplican a todo intento real, imaginado, racional o irracional de que el estado centrado en Madrid, capital de España, disponga de poder suficiente para, según se mire, joder la marrana o beneficiar a la ciudadanía.

Tuve de profesor a un señor que años después terminó de Secretario de Estado en el Gobierno Aznar. Antes de eso, ocupaba un prominente lugar en uno de los lobbies más lobbies que en España hayan y que le llevaba a intercambiar palabras con prominentes estadistas internacionales. En clase, como muchas veces ocurre, era más interesante su visión de la actualidad que la materia a impartir: de esos que no quieren perder el contacto con la universidad pero que no pueden estar plenamente al día en materia científica. Una vez nos contó acerca del lío autonómico (han pasado veinte años y seguimos hablando de lo mismo) que el canciller alemán o el ministro de hacienda alemán - ya no recuerdo - pasaba la mayoría de su tiempo peleando contra el poder de los länder. Para poder hacer cosas.

La primera página de El País destaca el proceso de reforma constitucional alemán que se inicia hoy. Recuerden que Alemania es federal del todo y que es un modelo que invocan los catalanistas muchas veces. Hay frases del artículo que dejo que se las comenten ustedes solos en el sentido que quieran:

  • En esencia, la reforma consiste en reducir de un 60% a un 30% el número de leyes que necesitan la aprobación de la Cámara de los Estados federados. Se trata de evitar el bloqueo de los procesos legislativos que paralizan el buen funcionamiento del Gobierno

  • La Federación, el Gobierno y el Parlamento federal (Bundestag) ganan en derechos que les permiten aprobar las leyes con mayor rapidez al quedar liberadas de pasar por la segunda Cámara, el Bundesrat, donde los primeros ministros de los Estados se comportaban como auténticos señores feudales en defensa de sus fueros, paralizaban los procesos legislativos o los retrasaban por periodos que a veces se medían en años

  • Unión Europea. Recupera el Gobierno federal derechos de representación de Alemania ante la Unión Europea sobre cuestiones de las que se habían apropiado los Estados federados. Si el proyecto de reforma sigue adelante, los Estados federados sólo podrán estar representados en el ámbito de la UE para cuestiones de educación, cultura y regulación sobre la radiofonía.

  • El Estado federal y los Estados federados se comprometen a mantener la disciplina presupuestaria. En caso de sanciones económicas por incumplimiento, el Estado federal pagaría a Bruselas un 65% de la multa, y los Estados federados, el 35% restante.

  • El Estado federal pierde incluso el derecho a establecer la legislación marco para las universidades. En este terreno, el Estado federal sólo conserva el derecho a regular las normas de admisión y de la titulación universitaria. Conserva también el Estado federal las competencias sobre la formación profesional.

  • El Estado federal adquiere las competencias en cuestiones de empadronamiento, pasaportes, protección de los bienes culturales alemanes, legislación sobre armas y explosivos y energía nuclear.

En definitiva, parece que los alemanes, paradigma federal, se encuentran ya de vuelta y se plantean ciertas medidas "jacobinas". Probablemente, porque están más centrados en la eficiencia y no en el cuestionamiento territorial o identitario, lo que contrasta con nuestro debate vasco y catalán. Casi seguro que la cuestión identitaria y de pertenencia no la tenemos resuelta, con lo que malamente se puede juzgar la racionalidad de una competencia o un sistema administrativo si siempre se puede ser sospechoso de jacobino o de separatista.

Mientras, un señor de a pie, con intereses espúreos o sin ellos, daba una rueda de prensa en Madrid amenazando con una huelga de hambre muy concurrida - cincuenta personas - si no le dejan escolarizar al niño en castellano. El tema promete. En el acto, enseñó la que dice ser una nota interna del colegio público Alexandre Gali de Badalona, que dice esto:

«Los nombres propios de los niños que lleguen a la escuela se catalanizarán. Pero, si el alumno prefiere su nombre en castellano, se le respetará»


Me recuerda a cuando mi amigo del alma se despidió de un trabajo porque le obligaban a escribir su nombre en castellano en sus tarjetas de visita.