jueves, abril 06, 2006

Los sutiles y enigmáticos sentidos de las palabras



Creo que era ayer cuando leía por algún lado las algaradas de eso que llamamos Batasuna pero que tiene tantos nombres y coberturas. Tierras Vascas, Euskal Herritarrok, MLNV. La algarada, claro, no es novedad. La excusa, tampoco. Seguro que ya lo deben saber: en lo que parecía una nueva provocación en respuesta al encarcelamiento del Sr. Otegi y dos más (por cierto, nadie nos ha dicho si se ha repuesto de la neumonía con satisfacción para todos), los señores de Batasuna convocan un mitin. El mitin, de acuerdo con la ley vigente, es ilegal. De acuerdo con la costumbre vigente, Batasuna no tiene gran consideración por lo legal.

Cabía esperar, por tanto, un nuevo acto de rebeldía para poner al estado contra las cuerdas y forzar el espectáculo de los mártires del pueblo vasco siendo sometidos, puede que aporreados y hasta detenidos por ese cuerpo que quieren casi tan poco como a la Guardia Civil que es la policía vasca: ya saben que la ertzantza es la continuación por otros medios de los servicios secretos del PNV.

La sorpresa consiste en la sutileza que implica que el señor Joseba Permach admita, sujétense a la silla, la "imposibilidad" (las comillas las pone el diario) de celebrar el mitin. ¿Qué? ¿Imposible? ¿Batasuna sometido a la ley? ¿Puede ser que sosegadamente solicite a los partidos que su legalización sea "lo antes posible" (otra vez el entrecomillado es textual)? ¿Cómo puede ser que en la línea combativa habitual se reclame una "respuesta conjunta" por quienes "han reivindicado el derecho de Batasuna ha desarrollar su labor política" pero que esa respuesta no es "urgente"? No ha mucho la respuesta ni siquiera hubiera sido urgente, se habrían quemado súbitamente unos cuantos cajeros.

Podría decir sin temor a equivocarme que esto es sutil. Comiéndome mi propio titular, podría decir que poco enigma hay. Ya dicen Imaz y luego Zapatero que lo primero es consolidar el proceso y ya hablaremos de política: el pacto parece hecho, los actores parecen conocer la misma obra, el público en uno y otro lado se pone nervioso, ¿verdad, Juan José?. En este espacio flotante nos frotábamos los ojos en fechas recientes diciéndonos que, en esto, ya hay mucha cocina, mucho sapo y mucha culebra masticándose.