Incómodos hasta la extenuación y muy seguramente con razón, el Opus Dei y la Iglesia Católica se hacen cruces ante el estreno cercano de la versión cinematográfica de ese entretenimiento conocido como El Código Da Vinci, una probable versión de ciertos elementos históricos parecidos al rigor de Astérix sobre la guerra de las Galias.
Tomo esta inquietante frase del diario El Mundo, que ya se sabe que por el mero hecho de estar consituido por periodistas es una fuente de mentira potencial, así que puede estar descontextualizado (o puede que no, de ahí que merezca resaltarlo):
«Si estas mentiras y errores hubieran sido dirigidos al Corán o al Holocausto, habrían provocado un levantamiento mundial. Al contrario, si se lanza esto contra la Iglesia y los cristianos, quienes lo causan permanecen sin castigo».Es muy cierto que la Iglesia Católica dejó de quemar disidentes hace mucho tiempo, fenómeno contrario a lo que sucede con las iras de los musulmanes aparentemente más legitimidos en la actualidad para conducir a sus fieles. También dice este periódico que la obra de Monseñor Escrivá de Balaguer ha tratado por medios muy educados de sugerir cambios en la trama y sus valoraciones.
Amato sugirió también que los cristianos debían montar contra el filme El código Da Vinci una campaña parecida a la que se realizó contra la película La última tentación de Cristo, de Scorsese, en 1988.
Me preocupa, en cambio, la palabra castigo. Porque no sé si se refiere al castigo de los tribunales ante la difamación o cualquier otro delito real o a una persecución basada en la opinión que puede merecerle a terceros las opiniones, fundamentos y principios del cristianismo en su variante católica. El lamento del Sr. Amato, sucesor de Ratzinger en lo que en un tiempo se llamó Inquisición, pudiera entonces recordar nuestras quejas ante la actitud de muchos frente a las caricaturas de Mahoma. Ya Santiago Navajas efectuó algunos análisis ante lo que viene siendo un tema viejo (tres meses, es que ahora el tiempo es otra cosa) más una cierta premonición ante la incitación a la recuperación de la campaña contra Scorsese.
Por si acaso, y vean que pongo bien "por si acaso", ya me pongo la venda antes de la herida y rememoro la esencia de lo que fue pegarnos por las caricaturas de Mahoma, no vaya a ser que tengamos que pegarnos por las de Cristo y defendernos, Savater diría, de los sacerdotes (de todas las religiones, se entiende):
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