viernes, febrero 24, 2006

Todo un socialdemócrata europeo


Ya lo hemos visto. La mañana se ha visto sacudida por dos notas que van a convertir lo de la OPA en el escándalo de los escándalos, en la manifestación trágica del desconocimiento, la inexperiencia y, creo ya, que incompetencia del héroe de cómic.

Una: Bruselas ha dicho que no se metan.

Dos: me saco de la manga una disposición a medida para dar por el mismísimo culo a los alemanes

A partir de ahora el discurso del buen rollito, el talante que tengo, la democracia que llevo encima, la redención de mi abuelo y lo mucho que vamos a dejar que las empresas sean libres y sin amigotes se ha terminado. Tras lo de Rajoy y las torturas también parece claro que la leyenda de la televisión no partidista ya no se la creen ni los niños de dos años: con el tema de la opa veremos como empiezan las presiones caraduras para que se diga lo que hay que decir.

El resultado de todo esto es la ruina internacional del prestigio de España como país serio. Empezamos con la forma de salir de Iraq (no que salga, que eso es un compromiso electoral, sino hacerlo machacando a tu aliado y socio internacional por muchos más años que la guerra: el que no lo entienda, que vaya a la escuela), seguimos haciéndonos amigos de esos reyes de la democracia y la libertad de los pueblos que son Fidel Castro (que luego te deja mal) y Hugo Chávez. Hacemos el ridículo intelectual con el articulito con el turco y la condena moral y política a las caricaturas de Mahoma. Y, ahora, nos cargamos la libertad de empresa, de movimiento de capitales y para eso estamos dispuestos a todo, entre otras a que lo de ser europeo se me olvide.

¿Y por qué pasa esto? Por la forma de hacer política de este señor, que es cada vez más evidente que se basa en la componenda para el mantenimiento de su poder: para recrearse la España plural se ha inventado un juego de cartas en el que, en vez de abrir un proceso constituyente para reformar la cuestión territorial a partir de un pacto de Estado (eso que le decía al PP en la oposición) sobre cómo alcanzar el compromiso de las partes con el todo (el problema territorial no son las competencias o la hacienda, no se engañen, es determinar si las comunidadaes autónomas están comprometidas con el Estado: o soy País Vasco, o soy Navarra), lo que hace es poner en marcha arreglillos que colman las aspiraciones de Maragall, el spin doctor que le iba a resolver el estatuto y se lo ha liado.

Que todas las sedes del Estado están en Madrid y sólo en Madrid y eso está mal, pues en vez de crear la legislación y las formas de distribuir las instituciones entre todos se hace por cojones. Normal. Que en Cataluña no hay grandes empresas y que mis financiadores de La Caixa quieren su monopolio de la energía, les montamos una OPA con la alfombra roja del Gobierno para que una empresa varias veces más pequeña y sin poner dinero se quede nada menos que con Endesa. Normal. Que me lo joden unos alemanes, cambio las leyes. Normal. Que de paso me paso por el forro a Bruselas, pues me la paso. Normal.

Harán lo imposible porque la presa no se escape. Como la chapuza de la conferencia del Mediterráneo que hubo que sacar como sea (el como sea le va a perseguir toda la legislatura). Pero si la saca como sea que nadie se extrañe si un día llama Ángela Merkel para avisarle a Zapatero de que Volkswagen cierra su planta de Barcelona, porque los modelos se fabrican más baratitos en Chequia. O a ver qué le dice a ese prodigio de modernidad que es Evo Morales cuando le reviente el petróleo y el gas a Repsol, o si no le revientan el petróleo y el gas, qué le dice a cualquier gran petrolera que se la quiera comprar con sus beneficios de un año, porque van sobrados.

Pero tú José Luis, de las cosas de comer no sabes mucho. Es sorprendente: el héroe de cómic ya no habla de productividad, esa palabra que se aprendió para que le creyéramos profundo y conocedor: no entiende una mierda. ¿A qué dedicó el tiempo en el banquillo en el congreso cuando no era nadie?. Propuesta de pregunta para la sesión de control del Gobierno: Sr. Zapatero, ¿ha sido usted alguna vez presidente de su comunidad de vecinos?. Es para saber si queda un resquicio para que comprenda lo que es administrar los dineros de otros (entre ellos, los dineros con los que servidor y todos nosotros le pagamos el sueldo).

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