miércoles, febrero 22, 2006

Es paradójico, José Luis


Es paradójico, José Luis, que tú, el campeón del buen rollito, el diálogo, la paz y el acuerdo con todos y con todas, no hubieras logrado un acuerdo, un pacto, una componenda - amenaza regulatoria incluída - con los señores de Endesa antes de bendecir y llenar de munición la OPA de Gas Natural.

Es paradójico, José Luis, que tú defensor de las palabras y las entendederas, abogado de la armonía, te propongas solucionar el largo y complejo problema territorial español sin llegar a un arreglo con el otro gran partido del país, más que nada para asegurarte de que será suficientemente aceptado.

Es paradójico, José Luis, que después de no haber tenido en cuenta (aunque ellos no hayan puesto, seguramente, mucho de su parte) al principal partido del país que lo es a la vez que el tuyo y con mucha diferencia sobre los demás, tampoco tengas un acuerdo con los otros firmantes del acuerdo y que lo vayas a sacar como unas tragaderas: qué cabreo tiene Maragall contigo y tú con él, que no os habláis. Qué cabreo tiene Carod, que sigue su fiesta. Es paradójico porque buscando el equilibrio todos han quedado desequilibrados. Es paradójico que tú, defensor de los pobres, te lances con tanta llama ardiendo a la busca de un fin de ETA sin tener la retaguardia, tus votantes no vascos, tu partido principal de la oposición, con un mínimo de concordia: bastante improbable porque se sienten agredidos por todos los desacuerdos anteriores.

Fué paradójico que tú, que siempre nos dices que al final todo estará mejor y será mejor, impusieras el matrimonio homosexual con la palabra matrimonio contra viento y marea (y eso que yo estoy a favor, pero me parece poco hábil desde el punto de vista de la política) cuando tu oposición conservadora hubiera aceptado perfectamente que se regularan los mismos derechos manejando la semántica. Es paradójico porque te hubieras reforzado como gobernante centrado, como gobernante integrador que es lo que nos dices que eres.

Es tan paradójico que empiezo a pensar que no es paradoja. Empiezo a pensar que eres un depredador. Que eres un idealista acérrimo con buenas intenciones y que crees que tus buenas intenciones te protegen de los errores y que, por el hecho de ser buenas intenciones, son justas por sí mismas. Por eso eres un tipo peligroso, porque estás jugando con el poder, estás confiando en tu propia habilidad personal para desarrollar tu particular venganza contra el destino y contra los que mataron a tu abuelo, que están muertos ya, porque crees que puedes cambiar el mundo y traernos tu paraíso. Tu paraíso, que seguramente no es el mío.

Eres peligroso, José Luis, porque no sabes lo que estás haciendo (en realidad, nunca hiciste nada) y los daños de tus experimentos, tu juego de prueba y errores de todo principiante va dejando heridas. Te has caído del guindo con los alemanes y puede que ahora que ves la derrota se te olvide la palabra pacto y sólo quieras ganar. Ganar tú. No nosotros. No todos. Como sea.

Qué paradoja, José Luis, qué paradoja.

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