sábado, febrero 25, 2006

Deje en paz a Zapatero!


Mis lectores afrancesados (Citoyen, Astérix) ya me han dado el segundo aviso, deja un poco en paz a Zapatero. La verdad es que lo hacen con mucha ternura y aprecio, con sus emoticones de cansancio. Y es que es muy cierto que llevo dos días pegándole duro en el estómago, el cerebro y las varices al eximio gobernante de esta monarquía que, como todos ustedes saben, no es el rey.

Además, en contra de lo que le suelen agradecer a uno los lectores procedentes del sector izquierdas/progresismo, he desaforado mi lenguaje y he dicho culo, mierda y joder. He exacerbado mis críticas y le he llamado incompetente e ignorante, antes me conformaba con un "idealista inexperto con buenas (pero peligrosas) intenciones". Alguno se ha debido enfadar, porque ha habido bajas en el bloglines. Tranquilos todos: pienso tratar de convencer con argumentos y serenidad a quienes se sientan más cercanos al gobierno y que crean que me vuelvo de la COPE el por qué de mi indignación y el por qué creo que todos los demócratas, incluso los socialdemócratas (no así los comunistas o filocomunistas) debieran compartir mi indignación.

Pero antes, haré un paréntesis que creo necesario para que nadie se engañe cuando me lea. Verán: suelo caer mucho mejor en los lectores procedentes de páginas presuntamente izquierdistas (dicho por simplificar, porque normalmente considero que son escritores mucho más complejos que esa abreviatura y creo tener la suerte de que intereso a personajes poco dados al maniqueísmo) que de las que se vienen denominando liberales. A veces, no tienen inconveniente en decir que son de derechas. Pero verán lo que ocurre: a los lectores de "izquierdas" les suelo gustar porque argumento sin gritar y porque en materia de moral soy verdaderamente liberal, es decir, eso que se llamaba en el siglo XIX un librepensador (el que no sigue las doctrinas de la iglesia católica) y que Sala i Martí diría que es opinar sobre la bragueta. Les suelo gustar porque zumbo a todo intento totalitario, violador de derechos humanos o acusados de delitos de opinión. No les gusta nada mi profesión de proamericanismo. A los de "derechas" les suelo importunar cada vez que tropezamos con la iglesia de Roma y con la sagrada unidad de la patria y mis propuestas en favor del derecho de secesión. Y yo les digo: es que vuestro problema es que no sois liberales, sino democristianos y conservadores (si les digo nacionalistas españoles, ya me queman): la confusión por lo liberal es grande, ayer me han dicho que Berlusconi es liberal y, claro, uno cree que los conceptos están muy, pero que muy confundidos.

A los lectores catalanistas les suelo gustar precisamente porque pretendo, aspiro, quiero, me propongo, renuncio a ser un nacionalista español. Soy español, no me avergüenza nada y no le doy ninguna importancia: es mi pasaporte y me confiere algunas particularidades culturales que me hacen gracia y otras que no me hacen ninguna. Tan poca importancia le doy que, si eventualmente hubiera una independencia catalana, probablemente pidiera que me concedieran nacionalidad catalana: mis mejores amigos viven allí y me gustaría comprarme una casa allí. Pero si mañana hubiera que incorporarse a Francia o hubiera que fundirse como una provincia de la Unión Europea pues tampoco me importaría nada como idea en sí misma. Otra cosa es que me guste el tipo de estado que quieran hacer: he puesto unos ejemplos con tendencias antiliberales en lo que a la economía se refiere que yo mismo me asusto.

En resumen: los lectores procedentes de bitácoras derechonas o liberales de verdad y de mentira me aplauden cuando le doy leña a zetapé, pero les jode (uy, he dicho que estaría sereno) cuando defiendo el matrimonio homosexual y no me dejo intimidar por los sacerdotes de ninguna religión, especialmente si son purpurados y obedecen a un señor de blanco que tiene una silla en Roma. Los de izquierdas o mal llamados progresistas están encantados con eso mismo, pero me miran con cuidado como cuando, ahora, me hierve la sangre ante el abuso de poder y los argumentos típicos de la socialdemocracia oficial y su pregonero mayor, el diario El País: si se vieran repitiendo como loros los argumentos de ese diario desde lejos se darían, creo yo, vergüenza ajena, porque no resisten un análisis serio. Porque ese periódico se caracteriza por defender que se cambien las leyes cada vez que a su dueño no le sale un negocio. Los catalanistas están encantados con mi defensa de conceptos federales y confederales para el estado (siempre que sea voluntad ciudadana expresada en condiciones adecuadas) pero no son tan felices cuando opino sobre el uso de las lenguas. Lectores nacionalistas vascos creo no tener: al nacionalismo vasco le pongo a caer de un burro, es cierto, así que lo mismo ni se me acercan, debo de ser como Losantos.

Cumplo ahora con el tópico de decirles que si han llegado hasta aquí sin aburrirse, ya pueden conocer mis argumentos de por qué sacudo a puñetazos y como si fuera a un saco de patatas al señor que, a sueldo de nosotros, nos gobierna, supuestamente en nuestro nombre. Y pretendo convencer a los demócratas de verdad de que estamos ante un abuso de poder de enormes proporciones:

  • El señor primer ministro se presentó en su campaña electoral como el campeón de la limpieza en el gobierno y el paladín de las libertades ciudadanas. Apeló a la recuperación de la ética propia de esa santificación ideológica que consiste en proclamarse de izquierdas y nos advirtió frente a las insolidaridad y la canalla próxima al asesinato del gobierno popular que mandó al país a una guerra ilegal. Dijo muy solemne en una declaración de intenciones que venía a decirnos lo limpio que era y lo que quería a su pueblo: "el poder no me cambiará". Ojo, no dijo, seré gobernante de todos, dijo que no le cambiaría. Pienso que, a lo mejor, no ha mentido, que ya era así como es ahora.

  • En ese entramado ideológico de la paz, las buenas intenciones, progeso y modernidad, cuando se refería a la economía había dos cantinelas: la de la productividad (dónde estará) y la de que querían que las empresas estuvieran gobernadas de modo independiente de verdad, sin amigotes colocados por el anterior gobierno. Eso nos debería haber hecho sospechar. Había otra cantinela más oculta: la de la reforma de los organismos reguladores. Oigan, esto es muy necesario, pero hay que saber en qué sentido.

  • A la hora de la verdad, la primera en la frente fue el BBVA. Ya nadie duda de que el señor primer ministro con su Sebastián al frente se mojaron hasta el cuello en una operación de salón para derribar al presidente de un banco y apadrinar una compra de acciones de un enano frente a un gigante. La sensación de venganza personal del Sr. Sebastián sobre el tipo que lo despidió era apabullante. Pero vergonzoso que se utilizaran los mecanismos del poder para hacerlo y no dejar, de verdad y como proclaman, que lo hagan sus accionistas. Ahí vimos al presidente, por primera vez, en su respeto por las empresas privadas y su interés en la productividad al querer poner un banco como el BBVA en manos de un constructor, ese negocio tan limpio y tan creador de empleo cualificado.

  • No mencionaremos cómo fue descabalgado el presidente de Red Eléctrica Española para poner al frente a un ex ministro socialista. Parece claro que, frente a lo que se dijo de respeto a los ciudadanos, estábamos frente a una toma de poder y control social sin tapujos. En Red Eléctrica, la cuenta de resultados no aconsejaba ningún cambio de presidente. La operación, por supuesto, se hizo presionando a las empresas eléctricas, que viven pendientes de que el gobierno les cambie sus tarifas.

  • Entremos en Gas Natural. De nuevo, un pez pequeño y sin dinero quiere comerse al pez grande. Sorprendentemente, vemos cómo todas las instancias reguladoras se ponen en favor de la operación siempre que los miembros designados por el PSOE son mayoría sobre los del PP. En algún caso, ocurre a la inversa. Si se pretende que los organismos reguladores sean independientes, no es buen comienzo. Claro, pero aquí ningún gobierno se atreve a perder esa parcela de poder, ni siquiera cuando lo han prometido. En un organismo regulador en EE.UU (cómo me van a odiar), tienen a gala (sus miembros) el ser respetados por su exquisita independencia de criterio (acierten o no) y para ello se construyen mecanismos de designación y de financiación que le permitan a sus integrantes personas físicas olvidarse de cualquier presión del gobierno y hacer lo que creen mejor. Igualito que aquí. Uno pensaba que la labor de la ética de un gobierno regenerador, democrático y que cree en los ciudadanos es que el presidente de la Comisión Nacional de la Energía sea un caballero (dama) independiente de criterio y no, como pasa, en una ex subordinada del ministro Montilla y que ha tenido responsabilidades con el principal accionista de la mayoría de las empresas que tiene que juzgar. Simplemente, no es serio, no es ético, no es aceptable aunque sea legal. Sencillamente, en EE.UU (más odio) no hubiera pasado una confirmación del Congreso.

  • Siguiendo con Gas Natural. Por el camino descubrimos que el ministro y el partido que tienen que decidir sobre aspectos vitales de la cuenta de resultados de esa compañía, de su accionista principal y de otras de las empresas controladas por el accionista principal, a la sazón la caja de ahorros más grande de España, le ha condonado una deuda de unas proporciones siderales. Vamos, al igual que a los ciudadanos de a pie, que seguimos pagando hipotecas. Por supuesto, el escándalo es tan grande que no hacemos mucho ruido, tres por ciento aparte, porque el gobierno inmediatamente amenaza con terminar con las donaciones anónimas de los partidos de derechas. Toma ya limpieza, toma ya regeneración, toda la clase política reconociendo la corrupción institucionalizada del sistema, toma ya el nuevo gobierno pensando en los ciudadanos. Y, encima, ahora tienen que decidir pensando en los ciudadanos si una empresa de gas más pequeña, mucho más pequeña que una eléctrica, cuyo dueño es una caja enorme, mucho más enorme, de la que hemos sido consejeros o cualquier otra cosa y que nos condona las deudas puede quedarse o no con la eléctrica. Está claro que en los ciudadanos que son accionistas y clientes de Endesa no se está pensando.

  • Pero hay más. Extrañamente, la Caixa no es obligada a opar Gas Natural (gracias a la mayoría del PSOE en la CNMV) cuando es público y notorio el control de esa caja de la compañía incumpliendo la ley. De nuevo, pensamos en los ciudadanos, de nuevo se articulan todos los mecanismos de poder para impedir cualquier contratiempo.

  • Y la guinda. La guinda por la que la indignación frente al abuso de poder me desborda y me hace militante en pedir el derribo de este gobierno cuanto antes: cambiar las reglas del juego a mitad de partido. No me gustan los alemanes, cambio las normas y me olvido de Bruselas y de toda la campaña aquella de volver al corazón de Europa, a Francia y Alemania. Una cosa muy socialdemócrata ésta: es como cuando llevas años cotizando a la seguridad social (con tu dinero, claro está; obligadamente, claro está) y el gobierno decide cambiar las normas para percibir la pensión sin que tú puedas ni recuperar tu dinero ni haber podido tomar una decisión personal diferente: afecta a tu patrimonio y a la forma en que quieres terminar tus días, a la época más débil de tu vida adulta, al momento en que no tienes la fuerza ni la capacidad de generar ingresos como cuando eres joven. Esto, la socialdemocracia no lo entiende, pero se llama robo. Pues es lo mismo: yo lanzo una opa cumpliendo la ley, me someto a los mecanismos que dice la ley y, como no les gusto, me cambian las reglas del partido. ¿Ustedes recuerdan Evasión o Victoria? ¿Ese partido en el que el árbitro no castigaba las faltas de los alemanes y destrozaba a los presos aliados? ¿Ese partido en el que el comentarista de radio falseaba las reacciones del público para que todo el mundo creyera que se apoyaba a los nazis? ¿Ese penalty inventado? Pues no se diferencia en nada a lo que hace este gobierno. Esto se llama abuso de poder. Para esto se inventó la separación de poderes, la democracia, el parlamento, la libertad de expresión y todos los elementos de nuestro sistema: para echar al gobierno cuando abusa de su poder. Pues es lo que toca ahora: ha demostrado que no se detiene ante nada con tal de sacar su agenda política y en contra de su propio programa de regeneración, buen rollito y ciudadanía a tope. No se diferencia de ningún gobierno, miente y quiere perpetuarse a costa de los ciudadanos.

Epílogo. Segunda mención al tópico "si ha llegado hasta aquí". Si ha llegado hasta aquí me dirá que me olvido de algo esencial: de que los gobiernos de Aznar hicieron lo mismo. Y tanto. Diremos más: los gobiernos de Felipe González hicieron lo mismo. Ni Aznar ni González son liberales. Zapatero tampoco. Pero esto trasciende el liberalismo como meta de este escribiente y de todos aquellos que se lo crean. Esto es la perpetuación de un sistema de funcionamiento de lo público nocivo para el ciudadano. Es más grave para estos gobiernos de izquierdas que se suelen presentar con ese aire de superioridad de defensa de la ética, de defensa del pobre y del ciudadano de a pie frente al ogro de la gran empresa y los intereses (malditos) particulares. Si no hay respeto a la ley, si no se puede aspirar a la independencia de los organismos reguladores, si no se puede aspirar a la limpieza en las reglas del juego, entonces no merece la pena este gobierno: eso es lo que tenía que haber hecho el incoherente Zapatero en su discurso de héroe de cómic (Luis, ya lo he tomado como mío y ni te cito) salvador de la humanidad. Al final, es como todos los demás y necesitamos estas reformas de modo urgente que no aparecen, tampoco, ni el discurso del Partido Popular, ni en de los partidos catalanistas ni los nacionalistas vascos que están encantados con el tongo permanente.

A quien echo de menos, con sus cuentos, es a Gret. Con tanto ruido político y zapateril puede que se haya aburrido de esta página. Tercer tópico: mi sentido homenaje a los que hayan terminado.

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