Fue al desaparecido, desgraciadamente tan joven, Mario Onaindía a quien, interrogado por la alineación de los socialistas con el Partido Popular en cuestiones esenciales del llamado conflicto vasco (como tantos conflictos, el existente entre la ilusión de un mínimo de libertad y el totalitarismo), le vi responder con simpleza: "uno no elige a sus compañeros de trinchera". En otras palabras: nos están matando por lo que pensamos, hermanos.
Yo estoy en la trinchera de los daneses. Y eso es independiente de si las caricaturas son oportunas o inoportunas, acertadas o no, groseras, blasfemas, ofensivas, irresponsables, inadecuadas, irreverentes, injustas, simplificadoras de la realidad, innecesarias, confusas, irritantes, molestas, hirientes, torpes o mal dibujadas.
Estoy en la trinchera del gallego progre que grita ¡puta España! en TV3 y un organismo pagado por un gobierno pretende que se disculpe por eso y pretende que sus presentadores controlen las opiniones de sus entrevistados. Y estoy en la trinchera de TV3 cuando se ha negado a esas disculpas.
También en la trinchera de la COPE, a la que un organismo gubernamental le quiere retirar sus licencias por emitir opiniones e informaciones que no le gusten al poder. En la trinchera de Federico Jiménez Losantos, esa hipérbole, de quien dicen que ofende, hiere, miente, agrede y hiede.
Tampoco es manca la trinchera del Avui, que tiene un columnista al que le ha salido un párrafo de muy mal gusto para las madres de los militares, gratuito y desagradable. O la del 20 Minutos, con la lengua ardiendo hablando de putas e hijos de puta. Sí, igual que la de Maruja Torres, que veía a los hijos de puta por millones.
Es cierto que uno no elige a los compañeros de trinchera. Porque sí me jode muchos días que tenga que ser Federico el que esté a mi lado, porque me fastidia su exuberancia verbal simplificadora y poco tolerante, pero más me fastidia tener que encontrarme en ella a un tipo como Arnaldo Otegi cuando es condenado por injurias al Rey: aún creyendo que son los tribunales los que marcan los límites de lo que decimos... el Rey tiene que poder ser injuriado.
Precisamente por tener compañeros de trinchera no deseados es posible que estemos aquí, que estemos vivos y seamos dignos de nosotros y sólo por ello es posible que me pueda defender de esos mismos compañeros de trinchera. Unos iraquíes queman una bandera de España, que con su pan se lo coman, yo no voy a quemar una badera iraquí por eso ni asaltar su consulado, pero que quemen las que quieran mientras no me quemen a mí. Que las viudas del ejército español demanden cuanto quieran a los columnistas del Avui, que los editoriales de los periódicos publiquen cuantos mensajes quieran advirtiendo que la opinión de sus columnistas no coincide necesariamente con las suyas, pero que no me impidan formarme mi propia opinión no teniendo acceso a conocer las caricaturas por mí mismo y formarme mi propio juicio moral y político y a escandalizarme en mi intimidad si me da la gana, y mandar millones de cartas protestanto o, simplemente, dejar de comprar un periódico si no me gusta lo que dice.
Santi Navajas me avisa de la respuesta implícita del primer ministro del Gobierno de mi país a las preguntas que le hacíamos anteayer. Me voy corriendo al Herald Tribune para saber lo que dice: "We need to cultivate peaceful coexistence, which is only possible when there is interest in understanding the other side's point of view, and respect for that which it holds most sacred. These are the basic premises and main goals of the Alliance of Civilizations promoted by Spain and Turkey". Ya, claro, si la ablación o la lapidación son de lo más sagrado lo vamos a respetar con mucho cariño. Flower Power, decía Santi.
A estas horas las escasas huestes verdaderamente liberales ya se despachan contra el nuevo Chamberlain. Víctor de la Serna advierte: "Ya estamos como en aquel Nuevo Orden Mundial de la Información que la Unesco propugnaba hace un cuarto de siglo: solamente se debe publicar lo que los políticos del lugar consideren adecuado porque ayuda a la causa del «respeto, la tolerancia y la coexistencia pacífica».Entonces era la del «desarrollo», pero sólo es cuestión de sustituir un latiguillo por otro." Por no hablar de eso de que es legal, "the publication of these caricatures may be perfectly legal, but it is not indifferent and thus ought to be rejected from a moral and political standpoint." Se olvidan decir que los únicos capacitados para juzgar su moralidad y oportunidad política son los lectores y ellos, primeros ministros de España y esa presunta democracia que es Turquía, no tienen nada que oponer.
Si los paladines de lo que fue la irreverencia, esos respetables ancianos conocidos como Rolling Stones, permiten que les borren la palabra "polla" (cock) de su actuacioncita en la magna superbowl, precisamente en el país que ha resistido al intento de muchos por convertir en delito la quema de la bandera de los Estados Unidos, algo que sus tribunales consideraron una muestra más de lo ofensiva y necesaria que puede ser la libertad de expresión, entonces es que queda claro que hay que seguir en las trincheras.
Rafael Herrera Guillén, ese Bicho: "Señores míos, yo estoy afilando mis dardos para arrojarlos contra todo aquel que pretenda construir la maquinaria de un Dios Absoluto sobre mi suelo o que pretenda condenarme por reirme de las creencias de mi vecino".
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