jueves, enero 26, 2006

La lucidez de Joseba Arregui


Joseba Arregui es la negación del clásico "no hay nada peor que un converso". No sé si él aceptaría la expresión converso. Pero nos puede valer: de miembro de un gobierno del PNV y, admitido por él, un nacionalista vasco con todas las de la ley, a lo que Arregui representa hoy: el tipo que mejor describe, narra y simboliza desde la óptica de este servidor de ustedes la conciliación de la identidad con los derechos individuales. Tiempo ha, ya recogimos uno de sus dardos certeros:

"la verdadera democratización, sin embargo, resulta de aceptar la limitación del sentimiento de cada uno, por muy colectivo que sea, para que todos tengan sitio en el espacio público que es la democracia desde la renuncia a la pretensión de exclusividad".


Poco voy a hacer hoy, salvo reproducir un montón de párrafos apasionantes de su artículo de hoy en El Mundo, La Defensa del Estado:

La primera defensa del Estado, por lo tanto, debiera radicar en la corrección del lenguaje: las autonomías son Estado, al igual que la Administración central, y entre todas ellas se conforma el Estado. Una competencia ejercida por una autonomía es tan competencia del Estado como la ejercida por la Administración general.

Claro que todo ello presupone algo que parece que se echa en falta en estos momentos en España: la lealtad básica de todos para con el todo, para con el conjunto (...)

La pregunta básica para saber si los distintos planteamientos que se formulan suponen una defensa del Estado radica en si en ellos se pone de manifiesto con claridad la primacía del conjunto sobre las partes, o si se transmite en ellos un deseo, manifiesto u oculto, por debilitar el conjunto a favor de las partes (...)

En la federación, la suma de las partes no es igual a la suma matemática, puramente cuantitativa, de esas mismas partes, sino que produce un novum que es el conjunto y que posee valor por sí mismo, y no por delegación de cada una de esas partes. Por eso las federaciones -como la alemana, que se cita siempre como ejemplo- se asientan en tres principios básicos: la lealtad federal, del todo con las partes, pero también de las partes con el todo; el principio de que ley federal supera a ley federada; y el principio de la imposición federal: cuando una de las partes no puede cumplir con sus fines de Estado, la Federación, es decir el conjunto, asume el Gobierno directo de esa parte (...)

El segundo argumento es el que dice que los sentimientos y las identidades tienen primacía sobre las instituciones y las estructuras políticas: si éstas contradicen algún sentimiento o alguna identidad, que se cambien las instituciones, las constituciones y las estructuras políticas. Pero los sentimientos y las identidades son merecedoras de libertad, son elementos de libertad sólo en la medida en que no tratan de ser normativas para todos. Lo que es válido para todos es el espacio público constituido precisamente por no estar sometido a ninguna identidad, ni sentimiento, ni creencia religiosa o arreligiosa, ni interés económico particular. Lo que es válido son las instituciones que estructuran ese espacio público como espacio de todos por estar libre de identidades normativas.

Se ha dicho que Cataluña ha pedido mucho, menos que la luna, que el Estatuto es ambicioso. No importa. Lo que importa para la defensa del Estado es lo que Cataluña, en su nuevo Estatuto y en sus artículos, ofrece al conjunto para que se consolide como conjunto. Así se defiende el Estado (...)


En la página de Antonio Asencio, dejé un comentario en el que insistía yo en este puntito en lo que se refiere al "preacuerdo" (no se puede llamar de otra manera) de lo que se supone que será el nuevo estatuto de Cataluña:

(...)la torpeza en la forma en que se ha llevado, no ha permitido revisar a fondo lo que de verdad se debe revisar: ¿cuál es el modelo territorial de España? ¿En qué se basa la lealtad de las partes al conjunto? Y viceversa. Son pactos privados sobre una base dogmática nacionalista y no ciudadana.

Y otra visión: Navarra hace mucho que tiene concierto ("convenio", en realidad), hacienda propia y muchas puñetas que ponen los pelos de punta si vienen de Cataluña. Pero nadie pone en duda que no hay nada más español que un navarro, pese lo que le pese a Nafarroa Bai. Siempre fue así en el primer exportador mundial de misioneros.


Technorati tags: , , , , ,