Sin citar quien, una información de El País de hoy sobre los pormenores de esa calamidad política que es el proceso de negociación de un nuevo estatuto para Cataluña, se refiere a un alto cargo de Convergencia que, planteado el juego de concesiones, se vuelve pragmático:
No diremos que no si no nos dan nación
Obviamente, esto es a cambio de aspectos mucho más sustanciales del acuerdo. Por no aburrirles, se trata de las cuestiones de recaudación fiscal, competencias, etc. Vamos, el cogollo de la realidad. Esto sugiere varias cosas:
- como sospechábamos, la terminología es siempre algo de cara a la galería. Sólo ERC parece mantenerse en la cuestión.
- si no es importante en el fondo para algunos nacionalistas catalanes, tampoco debería serlo para los españoles nacionalistas o no nacionalistas.
- lo que lleva a la cuestión de si para el Gobierno de la nación (¿de cuál?) tendría sentido aceptar el término nación y mantener la agencia tributaria que quiere y esas otras cosas que se discuten. En términos de Zapatero: que cada comunidad se llame como quiera llamarse.
- y viceversa: puedo volver a Cataluña siendo nación plenamente satisfecho, pero sin agencia tributaria propia.
Como es demasiado sencillo, se me ocurren otras:
- en realidad, el proceso de reivindicación nacional va por fases. Hoy arranco esto, mañana aquello, cuando la balanza política me sea favorable.
- desde los partidos españoles se sigue sin ver la realidad: no existe una idea compartida y aceptada por el conjunto de los representantes políticos de lo que es el Estado. Otra cosa es que a los ciudadanos de a pie, si no hubiera periódicos donde jalear una angustia histórica, puede que nos importara un pito.
- es decir, dentro de poco tiempo, con Estatuto aprobado seguiremos igual: será insuficiente la financiación, el poder político, la ansiedad de autogobierno y todas esas cosas que se repiten como un eterno y grácil bucle.
Si la negociación de esta cosa es una calamidad política es porque no se parte de un proceso verdaderamente claro de definición del estado y, ya saben mi parecer, porque no se aceptan reglas para aclarar el proceso de posible secesión del Estado (o sea, de España) y porque el Estado (es decir, los que convengan en llamarse España) no ponen reglas para la pertenencia. Es decir, acepto su angustia nacional y, si quiere, y bajo determinadas reglas impecablemente democráticas y justas, se puede marchar cuando quiera. Pero mientras no se marche, hay unos mínimos comunes de equidad, igualdad y cohesión que debe aceptar que no tenemos por qué cambiar y que, es inevitable, deben contar con cierto consenso de todos. Vamos, que todo tiene costes y beneficios y no se pueden elegir sólo beneficios. En fin, no sé si se me entiende.
No sé a estas alturas de la película quien tiene que volver a sacar al bueno de Raimon.
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