domingo, enero 13, 2008

Sinvergüenzas (pero si ya somos dos)


Se me quejaba Luis del comienzo de (mi) campaña electoral contraria a. Servidor concluía el otro día que el envoltorio unipersonal que el señor primer ministro de la cosa española se aplicaba en nombre de la patria tenía el carácter que Samuel Johnson dejó a la posteridad para todo el que lo quiera recordar: sinvergonzonería. No es una particularidad del vecino nativo de León: uno piensa que es una enfermedad del poder. Y el hecho de que no haya terminado sus primeros cuatro años y ya esté en ello, un síntoma. Pues otros tardaron más.

Tom Burns Marañón, que sabe mucho más inglés que yo, que ha ido a Oxford, y que es pariente de un filósofo bien admirado por mi querido Luis, lo dice hoy también en ese periódico opositor, tantas veces vocinglero: "Denominar antipatriótico a determinados juicios muestra tics dominantes y es mobbing puro y duro."