viernes, enero 04, 2008

El final de los aficionados



Suele ocurrir y hoy ocurre que las primeras planas de los periódicos reflejan de modo divergente la realidad (¿qué será la realidad?) motivados claramente por su lectura (¿sus intereses?) de los hechos: la aguerrida prensa opositora saluda los datos de la economía que duda con titulares inconfundibles. "La crisis le estalla al Gobierno con 106.000 parados más y el IPC en máximos de 12 años", dicen los defensores de la Monarquía, los presuntamente razonables no dicen menos: "El paro y la inflación tumban el optimismo económico del gobierno".

La prensa afín, desde la teóricamente afín ("La economía acosa a los socialistas a sólo dos meses de las elecciones" ), hasta la de sugerido compadreo, ("Grietas en la economía española"), siempre con menos riqueza tipográfica, hacen menos pupa. Eso que se daba en llamar la periferia, puede pasar de puntillas (la proximidad a Montilla hace un editorial insípido y defensivo en El Periodico) o si se está más apegado a la doble oposición (a Madrid i a Barcelona) la cosa se pone más explosiva: "Més atur i preus disparats". En la Vizcaya conservadora dan datos y poco más (casi parece hasta periodismo), y en la Vizcaya igual de conservadora pero constructora de país, ponen la lectura que demuestra la superioridad intrínseca de la raza elegida: "El paro baja en la CAV un 2,13% mientras sube un 5,2% en el Estado". El Lehendakari, un titán.

Mirando todo a la vez, el resultado hace un diagnóstico que se debe parecer a la realidad: los vascos a su bola - aunque si el paro sube en el estado, terminará subiendo en todo el estado: es lo que tiene que Eroski ponga punto-es en su dominio de internet - y el final de la fiesta: desde Moisés sabemos que los años de vacas gordas vienen seguidos de años de vacas flacas y no hay keynesiano que haya terminado con el ciclo, así que el crecimiento ininterrumpido durante tantos años en plan tigre de aguas orientales termina por acabarse, incluso en la asia más lejana: veremos qué le pasa a los chinos después de los juegos.

Culpable o no culpable (en realidad, si tiene buena o mala suerte, los gobiernos occidentales son bastante apañados en no meter la pata mucho y poco más pueden hacer de magia), lo interesante para José Luis y sus huestes, sobre todo las más cercanas, es que se ha terminado el tiempo de ese juego llamado "cuán moderno y avanzado que soy y cuán modernos os vamos a hacer" y van a tener que gobernar. Es decir, la trayectoria de convertir toda la agenda política en una versión elegante de las fiestas de un pueblo (chupinazo y encierro, si hay heridos por asta de toro sólo es culpa de los que corren), me temo que deja de servir. El juego del tío bien situado que ahora reparte unos cheques por allí y otros por allá y que regala sopa boba se va a poner complejo.

Así que, con todo lo que moralmente tiene de bueno y hasta de necesario, el entretenimiento de los derechos homosexuales, los antepasados violentados, el tabaco y las copas, lo simpáticos que son los turcos y qué malas las hamburguesas, pueden ser temas de importancia ínfima si el crecimiento baja del 2%, los contratos temporales no se renuevan y los recién llegados tienen que optar por buscarse la vida en vez de ir al tajo: la gente se suele cabrear bastante y suele pedir dinero y que el estado le arregle el estropicio. A otros les puede dar por asaltar Morenos.

Lo único bueno que tenemos es que ya lleva cuatro años y de las torpezas se aprende. Lo malo es que el buen rollo también se acaba. Por cierto, ¿qué fué de aquello de la productividad y el patrón de crecimiento? Vaya, las tardes que no has tenido tiempo. Llámate a Miguel, que te lo vuelva a contar a ver si fue que no lo entendiste. Cuando baja el nivel del agua, suele aparecer la mierda del fondo. Quizá sea preciso decir la mierda de fondo.