sábado, enero 19, 2008

De pinga


¿Dónde empieza la historia - los hechos, los datos - y dónde la literatura? Norberto Fuentes dice al principio de su monumental autobiografía de Fidel Castro que puede narrarse la historia como una novela sin dejar de presentar las cosas como fueron. Como Marguerite Yourcenar. Como las Memorias de Adriano. Ya les hablé de ello. Granados debiera contribuir a esta reflexión. Lo más entretenido de la epopeya del señor Fuentes - los dos tomos es como haberse escrito A la Busca del Tiempo Perdido - es el acceso - presunto, literario, el que sea - a la intimidad del Comandante. Si han tenido cubanos o cubanas en sus vidas, sabrán que la cuestión de la pinga no es baladí. Y que las cosas, son de pinga o de puta madre:

"Una considerable cantidad de señoras puede ser consultada en relación con los siguientes datos. No me vanaglorio al hablar de cantidades ni es la proyección de una vanidad desmedida: sencillamente lo digo para que se entienda que al respecto existen testigos suficientes. Tiene de largo, en estado de reposo, o de flaccidez - como le gusta llamar a los galenos -, 3,5 pulgadas (8,89 cm) y en estado máximo de erección, 6,3 pulgadas (16,00 cm). Esto es, desde luego, con el prepucio hacia atrás y sin que ninguno de los compañeros de la escolta haga muy evidente su presencia en las cercanías, de manera que el merodeo no me distraiga. De circunferencia, también en situación de combate, tiene entre 4,9 a 5 pulgadas (12,4 a 12,70 cm), todo lo cual habla en términos muy encomiables de mis dotes masculinas, que está, como puede constatarse por encima del average - en longitud sobre todo - para la raza blanca, que es de 5,5 a 6 pulgadas (13,97 a 15,24 cm) y 1,5 pulgadas (3,81 cm) de circunferencia, y, como se ve, en mi caso no tan lejos de los compañeros negros, cuyo promedio es de 6,25 a 8 pulgadas (15,88 a 20,32 cm) de largo y 2 pulgadas (5,08 cm) de circunferencia. De hecho, y en contra de la creencia general de que es más difícil y requiere mayor esfuerzo y concentración levantar y endurecer un miembro del tamaño del mío, por la cantidad de sangre que se debe bombear al sistema, los hechos y sus estadísticas acompañantes demuestran que si bien se requiere una irrigación de mayor presión en nuestros casos, los piticos que se hallan por debajo de las tres pulgadas en estado de reposo deben acrecentar en un 250% si quieren alcanzar las 5,5 a 6 pulgadas de las dimensiones promedios, mientras que los portadores de un instrumento por encima de las tres pulgadas sólo requieren de un aumento del 160% para alcanzar el average.

Su coloración - me han dicho muchas de las jovenes que han explorado tales regiones de mi anatomía - se va oscureciendo en medida que la visión enfoca en mis entrepiernas, quizá por un efecto elevado de luces que provocaban mis abundantes vellos púbicos (en la actualidad, ya no tan abundantes) y que se enraizaban a partir de una línea que es como un ecuador delimitante del bajo vientre. En fin, que la piel de mi pinga se oscurece en relación con el resto de mi superficie, y ya es decididamente sombreada y hasta ciertamente misteriosa en la envoltura de mis pesados, abultados, cojones. Yo tengo, en efecto, la piel sonrosada y durante muchos años, incluso bien entrada la etapa revolucionaria, era pelirrojo, y muchas de mis amantes se asombraban al tomarme las manos y no sentir ninguna de las asperezas para las que evidentemente se preparaban. O que, en muchos casos, desearon, ya que realmente se trataban de las manos de un hombre que se presenta en uniforme de campaña y que, si es menester, con esas manos de músico, mata. Pero que esta región de mi cuerpo se fuera opacando casi siempre en la misma medida que iban cayendo mis pantalones, actuaba como un vector atractivo de ciertas damas."