martes, enero 08, 2008

Los amigos de la sociedad abierta... culpables anticanon


¿Darle tres cuartos al pregonero merece la pena? Personalmente detesto el uso, abuso y masificación del empleo de la abreviatura progre como descalificación genérica, intelectual por el hecho de serla y, casi por encima de todas las demás, estilística: lo sobado es de modo natural manido y lo manido diluye lo que tenga de valor. Pero hoy Vicente Molina Foix se ha ganado el segundo premio internacional al tonto contemporáneo. Por supuesto, no ha ganado el primero por tonto.

Se echaba de menos una contraofensiva cultural en el ex diario independiente de la mañana después de su prudencia periodística en poner pringando el cánon y esconder la mano. No ha llegado al editorial combativo, ni siquiera al editoral como es debido, pero en las noticias y tribunas se ha escapado un sesgo que, en términos de la terminología periodístico/progresista imperante llamaríamos de denuncia. Ya se sabe el mal uso de esta palabra: ahora una queja es una denuncia. La atribución de una injusticia o el simple malestar es una denuncia. Una opinión bienpensante es, finalmente, una denuncia. Eso sí, que no me acusen de parcial: si se han publicado argumentos anticanon, alguien debería defenderlos. Pero no han sido Teddy Bautista y sus esbirros, ni tan siquiera Ramoncín, el ex punk acaramelado que se aterroriza al ver lo que mala educación puede hacer: Sid Vicious se debe remover en su tumba partido de la risa.

La gesta es del Sr. Molina, intelectual orgánico y afín: toda la gravísima culpa del movimiento anticanon la tienen los amigos de la sociedad abierta (literal) y el posfranquismo (se supone que ideológico) escondido en el partido popular, por supuesto y, sujétense, en la reedición de la fatídica pinza Anguita/Aznar, "de infausto recuerdo". Parece olvidarse que la pinza no tenía otra causa que la denuncia del crimen del estado y la corrupción organizada desde el partido del poder para financiarse ilegalmente. Un detalle tontísimo y de infausto recuerdo, claro.

Para Molina estar en contra del cánon tiene también algo de colonialismo cultural (sic): no se entiende por qué no es un escándalo que varios de sus mejores beneficiarios lo son por la imitación o absorción de culturas ajenas, como el autor de aquella letra en el que moría el último punk en Putney Bridge o él mismo y su pasión por Shakespeare y el inglés, o por qué el canon va a disminuir el consumo de músicas y cines lejanos: será el mismo de antes, pero se les pagará a pesar de que no se quiere consumir. Artistas internacionales de éxito subvencionando a artistas locales sin éxito o que no da para un yate. Si le pones el apellido excepción cultural y lo rodeas de palabras como dignidad, patrimonio etc., etc. resulta que es la defensa del progreso.

A partir de ahí, todo son las falsedades agotadoras divulgadas por los mantenedores de esta renta a costa de los demás, de la reedición del privilegio indiscriminado y esa leyenda zafia de que la cultura no sería posible sin que, seguramente, CEDRO le pague a él por el cánon de las fotocopiadoras, dinero que recibe que nunca ha hecho público y que nadie conoce pero alguno será, y todo eso a pesar de que debe haber cientos de miles de individuos fotocopiando novelas de este señor: yo veo cada día uno. Sólo tienen que leerlo: lo peor de todo esto es que habrá quien le crea. Pero lo más risible de todo, viniendo de un campeón de la defensa de la subvención (porque si no, no habría ópera, por ejemplo), que no es otra cosa que la intervención pública, es la hermosa defensa de las entidades de gestión:
Tanto la SGAE como CEDRO, por citar dos de los principales entes de gestión de derechos, tienen una larga, limpia y perfectamente fiscalizable trayectoria, al servicio de unos socios recibidos en su seno sin traba y a los que se encargan de servir, representar y asesorar, en un organismo que tiene algo de sindicato libre.
Toma del frasco carrasco. Vistos los antecedentes de la asesoría jurídica de Teddy cabe preguntarse por qué este señor nos sorprenderá en cuanto haya ocasión en este mismo periódico y en las empresas del grupo propietario que también (¿tan bien?) le da de vivir (su mérito) con una defensa encarnizada de la libertad de expresión. Y la de los creadores, por supuesto. La misma que en este momento niega, no se sabe si por tontería o por desconocimiento: SGAE perseguidora de opiniones, de la libertad individual y de la libertad de los creadores: si no deseas que SGAE gestione tus derechos, ahí están ellos; si los creadores han decidido que no quieren cobrar ni cánones, ahí está la SGAE; si reproduces lo que otros dicen contra ellos, vas a los tribunales. Sólo faltaba decir que si estás en contra del cánon eres un fascista.

(Léanselo y manden cartas al director, que yo soy muy vago)


Breve post-scriptum: conviene precisar qué significa tonto, porque puede que un ejército de bienpensantes (si fueran abogados de la SGAE o de Molina, esto sería un salto a la fama) me acuse de ampararme en internet - qué canalla la red - y en mi nombre supuesto (¿quién dice que es supuesto?) para insultar. Honor, cultura castellana con canon. RAE dice que tonto es, entre otras cosas, "Falto o escaso de entendimiento o razón", lo que es todo el artículo de marras, algo propio de quien no entiende nada de lo que es el canon, un impuesto o la cultura de verdad (paradójico). Pero más propiamente Espasa-Calpe, un templo cultural, lo considera un "acto o dicho carente de lógica o de sentido común": hacer pagar a todo el mundo por lo que hacen unos y no otros y considerar que 0,60 (veinte durazos de los de antes, más que el coste de fabricación) es poca cosa a sacarle a un CD, carece de sentido común (si sabemos lo que es tal cosa, ¿pero a que agrede a la lógica?) Tan torpe que se olvida del mejor argumento: dentro de poco no usaremos cedés para reproducir música. Claro, que nos lo cobran en todo lo demás.