domingo, septiembre 23, 2007

Daneses en Gerona



El fuego purificador regresa a salvar nuestras almas: unos muchachos que pretenden liberar al mundo queman fotos de los Borbones, familia a la que la tradición obliga a tener ojeriza en Cataluña. Otros muchachos y menos muchachos los queman en las páginas de los periódicos, cárcel de papel y digital: con la patria no se juega, oiga. Preventivamente les diré que es bien cierto que si en una manifestación de juventudes del pepé o de defensores de la nación española se hubiera quemado una foto de Companys hubiéramos tenido un escándalo de tomo y lomo y hasta puede que Montilla hubiera liderado toda una manifestación de repulsa que hubiera llenado de lágrimas el corazón del mismísimo Joel Joan. Que es buen actor y lo digo en serio.

Pero viene al pelo. Porque ERC tiene razón cuando dice que la burla, el escarnio, la parodia y la masacre verbal del rey, los símbolos de la patria, no puede ser delito. En España lo es, y Rubianes (otro maldito, me van a quemar a mí) lo sabe muy bien. ¿Recuerdan? Cuando los señores daneses pintaron a Mahoma de forma y manera que algún oscuro propagandista del islam se sintió muy ofendido, salimos, no todos (El País, por ejemplo, se puso melindroso), en defensa de nuestro derecho a reírnos de dios. Si puedo reirme de dios, imagínense de la patria que, como saben todos ustedes, me la suda.

¿Tendrá ERC el mismo fair-play si yo digo que Carod es un gilipuertas contemporáneo, bastante incompetente y si le pinto chispado de patria y las dobleces del cerebro repletas de butifarra y no neuronas? Mis artes para el dibujo no dan para tanto, de lo que estoy seguro es que cualquier dato que no hiciera a Companys un ser inmaculado me llevaría al patíbulo. Por cierto, no lo sé: pero no hay ídolo que resista una biografía.

Lo que sí puede decirse es que esto termina de ponernos a todos en nuestro sitio, que es el de contar la feria según nos va. Y así, El Mundo escribe el editorial más ridículo que le recuerdo, precisamente en la casa del campeador del Watergate, en la morada del director que hizo de su experiencia vital cogido de la mano de una chica en su juventud norteamericana, breve, toda una razón de ser:
"La justificación de ERC es que «otros países de larga tradición democrática», que singularizan en EEUU, consideran que quemar la bandera es parte de la «libertad de expresión». Resulta cuando menos curioso que un partido de izquierda radical recomiende copiar al país norteamericano. La razón es puramente de conveniencia, pues, más cerca de nosotros, los países con larga tradición democrática sí castigan este tipo de delitos, y además de forma mucho más severa que en España, con la sola excepción del Reino Unido."
Bendita excepción. Un servidor, que ya saben que tiene más de anglófilo, atlantista, utilitarista, mercantilista y todas esas cosas que suelen ser atributos de la tradición liberal clásica que de las pompas afrancesadas, piensa que, una vez más, allá se encuentra la referencia. En ese malvado país donde quemar la bandera se considera una forma de libertad de expresión. También, dirán, es otra forma de ganar dinero: las de quienes aprovechan para vender los materiales a quienes consumen esa forma de libertad de expresión creyendo que significado y significante vienen a ser lo mismo.