jueves, septiembre 27, 2007

Myanmar..., otra piedra de toque


¿Quiénes se oponen a la condena del gobierno birmano en la ONU? Esos paraísos democráticos que son China y Rusia. Tampoco es una novedad, ni se puede decir que las democracias occidentales sean verdaderamente ejemplares en estas cosas. Ya saben, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.

Rascando un poco. Hacer negocios con China tiene de malo que te haces cómplice, de una forma o de otra de cosas como Birmania, Burma, Myanmar... porque la economía birmana está cada vez más en manos de chinos, aunque los campesinos digan que prefieren un motor para el tractor occidental y no uno mandarín, que son malos. Todavía, creemos todos. ¿Corea es otro caso de protección de un mundo infernal?

¿No vamos a China? ¿Es peor no ir? Hay quien dice que ganarle una guerra a China es imposible: un ejército de millones puede morir hasta que se acaben tus misiles (bueno, la resistencia emocional es otra cosa, Japón se rindió tras Hiroshima y Nagasaki), tienen un porcentaje escandaloso de la deuda pública americana provocando un verdadero cisco financiero si se utiliza como arma política y es la fábrica de medio mundo. La geopolítica provoca novelas de miedo.

Rusia utiliza el gas como arma política frente a Occidente. Y todo lo que pilla. Los regímenes islámicos y especialmente sus sublevados tienen su petróleo como arma atómica sentimental y repletos de deseos de usarla: a gente que vive entre cabras en las montañas de Pakistán les da igual internet: sin electricidad no tenemos red. Ni microondas, y esto parece ya más dramático para la vida cotidiana.

Lo fácil es sentirse como un espartano cualquiera en 300, aquí al borde de la civilización frente a los bárbaros. Luego resulta que los bárbaros son más raros y diversos de lo que parece, pero queda literario. En realidad, resulta gracioso comprobar que el mundo vuelve por sus fueros, al menos para los que recordamos la guerra fría y los misiles de Reagan. Qué tiempos. Business as usual.


P.D.: En realidad yo quería certificar que disparar a la población civil es el crimen más grande de un gobierno contra sus gobernados. Todos recordarán lo pacíficos que son los birmanos (un país de formas suaves) y mucho más los monjes, unos tipos que comen un plato de arroz al día con lo que haya, pues depende de donaciones. Es heroico sin duda ponerse con una túnica y descalzos delante de tipos con fusiles, bien alimentados y bien cuidadaos en su bolsillo por un gobierno controlador donde los haya. Pero no nos perdamos en la circunstancia: la represión, el crimen, la tortura y la ausencia de derechos civiles es el asunto. Lo del color azafrán crea una mística, sólo eso.