La soberanía es una convención. Más allá de la realidad jurídica, una soberanía que nadie tiene en cuenta es, tan solo, papel mojado. Así que las bocas llenas de la frase que se va a repetir y se repetirá en las próximas horas, la de que la soberanía reside en el pueblo español, tiene sus bases de cartón piedra: sin ser mentira, sin dejar de tener fundamento moral, político y legal (y fundamento no es razón), se enfrenta a su piedra de toque: reside en el pueblo español mientas se convenga así. No hay nada en las semillas que anidan en las tierras españolas que germinen soberanía y caiga al suelo cual maná.
En un sitio leo que Ibarreche está amortizado y que es un kamikaze loco con su referéndum. Eso da igual. Se haga o no, lo que importa es el proceso: si se impide por la fuerza de la ley y las de orden público cumpliendo órdenes, habrá ganado el referéndum. Si en un alarde de astucia inesperado los partidos constitucionalistas simplemente dejan en el limbo el referéndum (es decir, pregonando la abstención y la ignorancia por sus votantes, lo que sumado a la abstención normal daría un resultado más patético que el de la Constitución de 1978), también habrá ganado aunque menos: el melón de votar o discutir estará abierto, y ERC lo único que hará es aprender estrategia.
En otra portada dice Rosa Díez que el PSOE nos aboca a una confederación a espaldas de todo. Lo primero no es ni bueno ni malo, es una decisión social. Lo segundo, sí. La pobreza del liderazgo de Zapatero, la misma pobreza del de Rajoy al que se le suma el inmovilismo teórico y la confusión del análisis con el resultado deseado, son incapaces de abrir un debate social sobre bases realistas acerca de la estructura del estado: el que no quiera ver que la Constitución de 1978 es un cadáver maloliente simplemente tiene un problema de percepción.
Así que el reto es abrir un nuevo melón de reestructuración de la sociedad con bases suficientes de consenso en que tiene que haber un resultado aceptable: difícil tarea en una sociedad dividida primero por unos, ahora por los otros. Si de verdad quieren una España determinada, PSOE y PP harían bien en ir asumiendo lo que este comentarista, soberbio él, viene diciendo desde que fundó esta cueva: más vale liderar el referéndum si lo quiere usted ganar. Porque el referéndum y/o dar la voz a la sociedad para que decida qué quiere ser ocurrirá tarde o temprano y no hay tanques para pararlo: mientras, la erosión de la legitimidad moral, la soberanía convenida, se aumenta imparable cada día con cada cola de El Prat, con cada aguacero que desborda una alcantarilla, con la propaganda bien abonada hacia las creencias populares más arraigadas.
El PSOE zapateril tendría que decidir, claro, qué estado quiere: el juego de pactos asimétricos no es un modelo, es una forma de mantener un statu quo supuesto. El PP, está claro: no quiere tocar nada. Para el PSOE, pactar con las minorías soberanistas, único medio de expulsar al PP de los gobiernos locales, tiene un precio de coherencia y ambigüedad que le lleva a contradicciones brutales. No se sabe si por la creencia naive de que el independentismo no es una idea seria (o la confederación radical), por su fe en la capacidad de controlar las cosas, o porque parte de sus cuadros se apuntan a esa corriente por convicción. Todas son legítimas, pero se agradecería la clarificación, pues cabe pedir coherencia: CiU no gobierna en coalición en Madrid porque no pueda, sino porque es una ruptura estratégica, así que es mejor renunciar a ese poder. O aplazarlo. Para el PSOE, la cuestión es si deja el poder por estrategia: lo de Navarra pudiera ser así, pero sólo es un mecanismo electoral pobre y mal conducido con la única idea de preservar el poder... de Madrid.
La patria nos llama, muchachos. El problema es que no se sabe cuál. Y que existe una incapacidad para conducir el proceso sin que ardan las conciencias... Mientras, el parón económico se avecina para el año de las decisiones... Arzalluz dijo una vez que el país, el suyo, había roto aguas. Sólo faltaba - decía - saber si era niño o niña. Se busca quien haga una ecografía.
P.D.: mientras, la estupidez de la monarquía pierde sentido a pasos agigantados. El PP no tiene huevos de sacrificar al rey para tener una república federal española estable. Una idea de sorpresivos efectos en las famosas minorías nacionales, pero que requiere un titán del liderazgo para hacerla efectiva. Me temo que no ocurrirá.
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